Noticias de Le Corbusier en Decoesfera

De los grandes arquitectos del siglo XX, hay uno que se escapa a mi comprensión, se escurre entre mis dedos y me sorprende en cuanto me descuido. Ese arquitecto no es otro que Charles-Edouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier.

Es complicado explicar cómo puede ser que sea tan fácil reconocer un edificio como suyo y que a la vez éstos puedan llegar a ser tan diferentes entre sí. Por eso su legado se considera plural. No existe una caja de herramientas corbuseriana, unos métodos con los que llevara a cabo proyectos ni una meta clara en sus obras. Algo que sí que ocurre con Mies Van der Rohe o Frank Lloyd Wright.

Hoy, en casas con nombre, os voy a mostrar la última obra de su etapa purista; la Villa Savoye.

Sobre una gran extensión de césped y rodeada de un pequeño bosque se erige está delicada residencia de fin de semana que Le Corbusier diseñó en 1928 para el dueño de una aseguradora, Pierre Savoye, en la localidad francesa de Poissy.

Pese a su innegable belleza es una vivienda concebida desde la respuesta a las necesidades de sus ocupantes y, a la vez, se presenta como un manifiesto.

Se trata de un tipo de casa muy generoso donde se afirma una voluntad arquitectónica en el exterior… y se atienden todas las necesidades funcionales en el interior.

No es difícil percibir este hecho, pues desde fuera la casa se reduce a un volumen prismático apoyado sobre pilotis. Una forma pura tan sólo rasgada por una ventana corrida y con el contrapunto de los elementos emergentes en la cubierta.

En cambio, una vez en el interior, sorprende la diversidad y riqueza de los espacios generados. Ya desde el principio una linea curva nos guía hasta el acceso, en el cuál se nos invita a subir por una rampa hasta el piso principal.

Esta rampa es el eje del proyecto y recorre la casa hasta llegar a la terraza. Un paseo arquitectónico desde la verde pradera hasta el cielo azul.

Uno de los aspectos más interesantes es la relación que se crea entre el patio, el salón y el exterior. La misma ventana recorre ambos espacios y sólo un vidrio los separa, consiguiendo que se perciban como uno y se fundan juntos con el bosque.

La transparencia del vidrio y la continuidad de la abertura hace que no sepas donde empieza uno y donde acaba el otro.

Además, la disposición de la planta en L no es casual, la rampa en el centro separa el patio de los dormitorios y estos se comunican con el salón sólo en un extremo.

De esta forma consigue crear una transición desde el espacio más privado al más publico, de las habitaciones al exterior a través del salón.

En el baño principal ,además, la bañera está alicatada con pasta de vidrio, como si de una pequeña piscina se tratara, y dispone de un lucernario que le proporciona iluminación cenital. Un lugar perfecto para relajarse.

Es quizás eso lo que tanto me confunde de Le Corbusier. Esa contraposición entre las formas puras, casi rígidas, del exterior y ese interior tan cuidado, tan lleno de pequeños rincones y espacios agradables, aparentemente ajenos a lo que pasa fuera y, sin embargo, tan bien entrelazados.

Imágenes vía | ScarletGreen y Roryrory En Decoesfera | Casas con nombre: Fallingwater

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