Seguro que todos los que vivís o habéis visitado Madrid, caminando por el Paseo del Prado, os habréis fijado en el gran muro verde en uno de los laterales de la plaza frente al Caixa Forum. Es lo que se conoce como una fachada jardín, un jardín vertical que se extiende a toda la altura del edificio.
Desde hace tiempo, muchos arquitectos defienden las bondades de este tipo de fachadas, principalmente en las grandes ciudades, donde la contaminación y la falta de espacios verdes afectan seriamente a la calidad del aire que respiramos. Además, son tremendamente atractivas, pero veamos si son una solución para el futuro.
Ventajas de las fachadas jardín
Entre las ventajas más destacadas de las fachadas jardín encontramos, además de la puramente estética, dos bastante interesantes, como son la mejora del aislamiento acústico y un incremento de la eficiencia energética de los edificios.
Sin embargo, la defensa de este tipo de fachadas se apoya principalmente en su capacidad potencial para reducir la polución y mejorar la calidad del aire en lo que se conoce como calles-túnel (street canyon), es decir, aquellas calles alargadas rodeadas por grandes edificios a ambos lados.
Los resultados de las investigaciones realizadas por el bioquímico alemán Tomas Pugh en el Instituto Tecnológico de Karlsruhe, apuntan a que una fachada jardín situada en este tipo de calles ayudaría a reducir grandes cantidades de dióxido de nitrógeno y otras partículas nocivas para el ser humano.
Inconvenientes de las fachadas jardín
Está claro que no todo podían ser ventajas, porque si así fuera, las casas no mostrarían ladrillo alguno, viviríamos rodeados de todo tipo de trepadoras y se podría rodar Jumanji en nuestro salón. Las fachadas jardín también tienen inconvenientes.
El primero de todos es, obviamente, el dinero. Construir una fachada jardín no es fácil, requiere de un sistema adicional formado por una subestructura metálica, una protección plástica para evitar que la vegetación ataque la fachada convencional, otra subesctructura que permita a las plantas sujetarse y, por último, un sistema de riego y recogida de aguas.
Todo eso cuesta bastante, por lo que resulta complicado que un arquitecto logre convencer al promotor para que le deje diseñar una fachada jardín, y más aún si éste piensa que ese tipo de fachada no le va a ayudar a vender mejor los pisos, lo que nos lleva los dos siguientes problemas: el mantenimiento y los insectos.
El mantenimiento ya es de por sí un problema en cualquier edificio. La gente se piensa que una vez levantada, una finca puede durar eternamente sin mantenimiento alguno, y eso no es verdad. Así que si ya cuesta convencer a la comunidad de que ha llegado el momento de pintar una fachada que se desconcha, imaginad lo que costará conseguir aprobar una derrama para cambiar las plantas o fumigar.
Por último, tampoco conviene olvidar el problema de los insectos. Allí donde hay plantas hay insectos, y si ya en una terraza con algunas plantas es inevitable tener que convivir con abejas, hormigas y otros bichos, no quiero ni pensar la población que se puede reunir si toda la fachada es un jardín.
Conclusión
A pesar de las bondades descritas, en mi opinión las fachadas jardín no son una opción viable para el futuro, sobre todo porque dependen demasiado de la iniciativa privada. Seguiremos encontrándolas aquí y allí en edificios públicos, tal vez en hoteles, pero es complicado que se conviertan en un norma.
Además, creo que para mejorar la calidad del aire en las ciudades, es más interesante potenciar los espacios públicos --jardines, plazas, parques-- o incluso promover el uso de las terrazas comunitarias como zonas verdes.
Vía | Filosofía de Monos Imágenes | JasonParis, Royroy, Neil Saunders, yourbartender y La Citta Vita En Decoesfera | Baños con auténticos jardines dentro
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