Subir a cualquier terraza comunitaria en Valencia y otras ciudades de climas cálidos, donde suelen ser planas y accesibles, es un ejercicio de tristeza y nihilismo. Un espacio enorme y soleado en el que lo más que cabe encontrar son unos cables para tender la ropa. En Nueva York, en cambio, sí que saben aprovechar las azoteas.
Tal como retrata Alex MacLean en su libro Up on the roof (Arriba en el tejado), la Gran Manzana es un ejemplo de cómo sacar partido de un espacio que de otra manera quedaría relegado a un uso completamente secundario, pudiendo convertirlo en una maravillosa zona de esparcimiento.
Como se puede ver en las imágenes, sólo una pequeña muestra de lo que podréis hallar en el libro, en lo alto de los edificios neoyorquinos hay parques, piscinas, jardines y hasta canchas de baloncesto y campos de mini golf. Es lo que ocurre cuando el suelo es tan codiciado y faltan espacios públicos en la ciudad, algo que cada vez ocurre más en nuestras urbes.
Es cierto que las empresas han empezado a utilizar esos espacio, especialmente los hoteles, con piscinas y restaurantes en sus azoteas. Sin embargo, en nuestro país rara es la comunidad que utiliza la terraza. De vez en cuando alguien se atreve a subir una mesa y unas sillas para cenar una noche de verano, o una hamaca y una sombrilla para tomar el sol, pero poco más.
En general, no parece haber calado en nosotros la idea de Le Corbusier de la azotea como espacio público que tanto se esforzó en inculcar con sus Unité d’habitatión, y nuestras terrazas comunitarias son un espacio baldío en el que las palomas campan a sus anchas.
Todo esto me ha venido a la mente porque mi nueva casa vuelve a ser un cuarto piso sin ascensor, el último piso concretamente, y tanto en este caso como en el anterior, nadie le ha dado nunca uso alguno a la azotea. De hecho, me sorprendía encontrar mis pisadas cada vez que volvía a subir.
Ahora, tras ver estas inspiradoras imágenes, me han entrado más ganas aún de tratar de aprovechar ese espacio sobre mi casa, a solo un tramo de escalera, como si fuera un ático de esos que tienen la terraza en el piso superior. Lo difícil, claro está, es poner de acuerdo a la comunidad, solo confío en que al menos me dejen decorarla y amueblarla a mi, aunque sea a costa de que todos puedan usarla.
Admitámoslo, tenemos sobre nuestras cabezas unas terrazas con muchísimo potencial que estamos desaprovechando de mala manera, así que mi recomendación es que lo propongáis en vuestra comunidad, que nada se pierde, y si algún día convertís la vuestra en una digna de este libro, por favor, no dejéis de compartirla con nosotros.
Yo prometo enseñaros la mía en cuanto tenga tiempo y dinero de ponerme con ella, de momento, voy a centrarme en acabar de una vez por todas el eterno proyecto minue, que imagino que tenéis ganas de ver algo definitivo de mi nueva casa ya.
Vía | No quedan Blogs
Más información | Alex MacLean
En Decoesfera | Antes y después: uno más en la terraza
Ver 8 comentarios