El mundo se divide en dos tipos de personas: las que ocultan los cables en regletas y complejas estructuras y las que viven resignadas a tropezar con ellos. Entre ambas, hay una tercera tribu: la que encuentra en los accesorios de orden una forma más de decorar. Para ellos, el organizador de Flying Tiger es poco menos que un símbolo.
El objeto en sí es sencillo: una unidad de almacenamiento rígida donde agrupar cargadores, regletas y adaptadores varios. Pero su nueva versión en color morado ha sido suficiente para devolverlo al centro de atención: justo algo que no queremos que se vea. Como pasa con todo lo cotidiano, el color lo cambia todo.

La terapia de mantener ordenados los cables
Hay algo casi terapéutico en ordenar cables. Es una tarea secundaria que se posterga durante semanas, hasta que un día se convierte en la prioridad absoluta. El organizador responde a ese impulso, y lo hace con una estética que deja de lado el clásico negro o blanco para abrazar el color lúdico.
El éxito de este tipo de productos no reside tanto en su utilidad (que la tienen), sino en su capacidad para generar la sensación de control. Cuando los cables están en su sitio, parece que todo lo demás también lo está. Es un pequeño gesto de orden que calma en medio del desorden cotidiano.
Flying Tiger lo ha entendido mejor que nadie. Su propuesta no es esconder, sino integrar. En lugar de convertir el organizador en algo invisible, lo transforma en un accesorio visible, reconocible, incluso decorativo. Y ahora, tras el éxito de su organizador en blanco o en negro, Tiger ha decidido lanzar su ya clásico organizador de cables también en color morado.

Esconde ladrones
También hay que decirlo: no todos los organizadores son iguales. Este tiene la ventaja de ser compacto y compatible con distintos formatos. Su apertura es sencilla y su diseño para esconder los ladrones permite esconder incluso los cables más gruesos. A veces, lo práctico también puede ser bonito.

El relanzamiento de un producto tan básico en un color nuevo dice mucho de cómo se entienden hoy los objetos domésticos. Ya no basta con que funcionen. También deben representarnos. Y si un simple accesorio puede hacerlo, tanto mejor.
El organizador de cables morado, que cuesta 8 euros, no es solo una novedad de temporada. Es un recordatorio de que hasta el más banal de los objetos puede tener presencia, carácter y un lugar visible en casa. Ordenar nunca fue tan colorido.
Fotos | rawpixel.com y Flying Tiger´
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