Cuando un niño es muy pequeño, son los padres los que tienen que elegir el tipo de decoración que va a haber en sus cuartos. El eterno dilema ositos/robots abruma a los padres primerizos (es más, se han llegado a ver casos de dilema animalitos/casitas, no os digo más), pero lo cierto es que conforme van creciendo, este dilema se disuelve en otro mayor, que aparece más o menos cuando la cuna es suplantada por una cama. Ese es el momento de preguntarles por primera vez cómo quieren que sea su dormitorio, siempre con las limitaciones de espacio y presupuesto que acompañan a todas las familias normales.
En el caso que vemos en la imagen, tenemos a Caleb, un niño de naturaleza inquieta, al que, a primera vista, le gusta trepar. En la pared de la izquierda hay unas agarraderas típicas de las paredes de escalada que son muy coloridas y nada cómodas para escalar (os lo dice alguien que las ha probado en distintas ocasiones).
Encima de la cama, han logrado un espacio extra que habría podido ser utilizado de litera pero en su lugar es un rincón de juegos más integrado en el resto del dormitorio. Me gusta el papel que han puesto en la pared, vintage y con un estampado de op art que me encanta.
No me gusta mucho el aspecto oxidado de algunas de las barras de metal que cruzan este espacio, y no sé hasta qué punto es un detalle intencionado. Si yo tuviera un hijo, lo primero que me vendría a la cabeza sería la palabra “tétanos”, y correría a pintarlas, a lijarlas o a desinfectarlas de alguna manera.
Por último, quiero destacar el detalle genial de la barra en mitad de la habitación. Aunque no cumple ninguna función decorativa, sí que tiene una función lúdica importante ya que el niño puede trepar y deslizarse tantas veces como desee. Eso sí, colocada en el centro de la estancia nos aseguramos de que no se caiga desde muy alto, sino tan sólo desde la altura que pueda trepar.
Se nota que el niño ha colaborado en la decoración ya que no está todo estructurado de la manera en que pensamos los adultos, sino todo embarullado y queriendo ponerlo todo a la vez. Y la verdad es que queda genial. Si me preguntáis cuál es el detalle que menos me gusta, apuntaría a la colcha de patchwork que sólo desasosiega una imagen bastante impactante por otro lado.
Imagen vía | Cookie Magazine
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