Pasaron los tiempos de las campanas escultóricas con las que incluir un elemento disrruptor y llamativo en la cocina. La tendencia ahora es integrar la campana de obra envuelta en un cuerpo de escayola liso o incluso revestido con alguno de los materiales ya incluidos en la cocina.
Aunque la tendencia parece estar destinada a ocultar la campana, puede provocar el efecto contrario y vuelve a atraer la mirada (además de los humos) a este punto pero de una manera más clásica y discreta. Una tendencia que posiblemente sea consecuencia de abrir la cocina total o parcialmente a otras estancias como el salón o la cocina.
Para que destaque, las líneas de la campana se desmarcan de los muebles superiores y pueden ser más cortas (para salvar la cabezada de quien cocina) y con más profundidad, para abarcar mejor los fuegos. Algo que además casa bien con los, cada vez más demandados fuegos de gas en la cocina.
La versión más minimalista y elegante de esta tendencia es la de diseñar con la escayola con líneas rectas y sin más textura que el revestimiento final de pintura plástica.
Pero el cuerpo recto de la campana también se puede cubrir con algunos de los materiales que ya existan en la cocina. En este caso, una chapa de madera de nogal, como los laterales y el frente de la isla.
En esta imagen se ha alicatado como el salpicadero para integrarla.
La opción intermedia consiste en hacerla de obra lisa, pero revestir con un pequeño zócalo su parte inferior.
¿Qué es os parece esta tendencia? ¿Os apuntáis a las campanas de obra?
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