Los jacintos son plantas resistentes que tienen una floración espectacular, por lo que es son ideales para dar un toque de alegría y color a nuestros hogares. Esta planta bulbosa cuenta con hojas carnosas de color verde, y sus flores pueden ser en colores de lo más variado, desde el rosa al rojo pasando por el blanco o el morado.
Además es una planta muy fácil de cuidar, que es ideal incluso para las personas que se están iniciando en el mundo de la jardinería. Aún así, hay una serie de cuidados mínimos que debemos darles para garantizar su supervivencia y que tengan una floración espectacular.
Cómo cuidar los jacintos
Para empezar, deberás buscarle una maceta que garantice su crecimiento. Debes tener en cuenta que hay que dejar un espacio de 10 centímetros entre bulbo y bulbo. Respecto al suelo con el que rellenar la maceta, este debe ser arenoso, bien drenado y rico en materia orgánica, por lo que deberás añadir humus al sustrato para mejorar su calidad.
El riego, uno de los cuidados que más dudas siempre entre los aficionados a la jardinería, debe ser moderado, aunque hay que mantener el suelo ligeramente húmedo especialmente durante la época de crecimiento y floración, pero siempre sin encharcar.
Por otro lado, la ubicación es clave para el correcto crecimiento y floración de los jacintos. Estas plantas bulbosas prefieren lugares con luz solar plena o sombra parcial, aunque en lugares muy cálidos, prefieren la sombra parcial.
En caso de que tengas los jacintos en interior, puedes colocarlos en una habitación muy luminosa si quieres que sus flores abran rápidamente, aunque hay que tener en cuenta que en este caso no durarán mucho. Para conseguir que la floración sea más prolongada, deberás poner el jacinto en un lugar fresco y sin exceso de luz. Así, las flores abrirán lentamente y prolongarán su vida.
Si en lugar de comprar los jacintos, quieres plantarlos tú, debes saber que hay que realizar esta tarea en otoño. Normalmente, los bulbos se plantan entre finales del mes de septiembre y principios de noviembre. En ese momento, la temperatura del suelo tiene que estar entre 10ºC y 15ºC con el fin de que los bulbos pueda desarrollarse antes de la llegada de los fríos del invierno.
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