Una vivienda de siete habitaciones construida con ocho toneladas de botellas de vidrio recicladas, se ha convertido en mucho más que en una solución habitacional: es un manifiesto de sostenibilidad, creatividad y empoderamiento femenino en la isla de Itamaracá, en el estado de Pernambuco (Brasil).
La iniciativa, conocida como Casa de Sal, surge de Cabrochas, una empresa fundada por Edna Dantas y su hija Maria Gabrielly Dantas en el año 2014 como símbolo reivindicativo de autonomía y activismo medioambiental. Sus muros están formados por más de 8.000 botellas de vidrio cuidadosamente ensambladas, creando un juego de luces naturales que transforma los interiores en un caleidoscopio de color y textura.
Pero más allá del impacto visual, esta vivienda encierra una historia profunda de resiliencia, activismo y visión ecológica como parte de una lucha personal por una vivienda digna, sostenible y accesible para todos.
Una casa pionera a nivel mundial
Construida con técnicas de bioconstrucción y materiales naturales, la casa no solo destaca por su original diseño, sino por el mensaje de fondo: visibilizar las posibilidades de la construcción con materiales biodegradables como una alternativa real para enfrentar el déficit habitacional. Cada botella fue recolectada, limpiada y colocada a mano, creando paredes que no solo aíslan térmicamente, sino que también cuentan historias pasadas.
Maria Gabrielly afirma que "la Salt House, según nuestras investigaciones, es la primera casa del mundo que utiliza botellas de vidrio en vertical en su construcción", y destaca que todo ha sido posible gracias al “coraje y la conciencia” que ambas comparten.
Cada ambiente tiene una personalidad marcada por el bricolaje creativo y el respeto por el entorno. Las botellas permiten la entrada de luz natural sin comprometer la privacidad, mientras que el juego de colores crea una atmósfera cálida y orgánica.
Una crítica social a modo de construcción
Como recoge Redaccionando, Edna Dantas, de 55 años, creció en el agreste brasileño, una región donde reutilizar no era una elección, sino una necesidad. “Mi infancia estuvo marcada por la creatividad. Fabricaba mis propios juguetes de bambú, reciclaba lo que podía. No sabíamos que era activismo ambiental, era simplemente cómo sobrevivíamos”, declara al medio.
Esto y la acumulación de residuos en Praia do Sossego, una zona de la Mata Atlántica donde reside esta familia, es el claro detonante para que en el año 2020, madre e hija iniciaran el proyecto de Casa de Sal que acabarían dos años más tarde. El resultado fue una casa de siete habitaciones con 8.000 botellas de vidrio recicladas, pallets reutilizados en forma de tabiques y hasta tubos de pasta de dientes para las baldosas del cuarto de baño y la cocina.
En tiempos donde el diseño sostenible ya no es una opción, sino una urgencia, proyectos como este demuestran que la creatividad puede florecer con pocos recursos y grandes ideas. Más allá del lujo y la sofisticación, el verdadero espíritu del diseño contemporáneo está en su capacidad de transformar vidas y conectar con la tierra.
Imágenes | Vía @casadesal.eco
En Decoesfera | Quim Gutiérrez y Paula Willems viven en una casa prefabricada en la Sierra de Madrid: minimalismo brutalista e interior boho
En Decoesfera | Con tres dormitorios y capacidad para hasta 7 personas, esta casa prefabricada cuesta menos de 40.000 euros
Entrar y enviar un comentario