Desde hace años, las cocinas abiertas y unidas al salón han sido una tendencia imparable que se extendía sin solución de continuidad. Su presencia en series americanas como Friends, la comodidad de unir la cocina con las zonas comunes y el hecho de que los pisos sean cada vez más pequeños, han hecho que las cocinas abiertas se hayan extendido como una plaga.
Y eso, pese a que sus detractores (entre los que yo me encuentro), siempre hemos peleado por el tema de los olores y por el desorden visual que puede llegar a provocar en cualquier hogar.
Porque es cierto que hay campanas extractoras muy potentes... Pero, ¿en cuántas casas con cocina abierta se pueden permitir una de esas campanas de altas prestaciones?
Por otro lado, si la cocina está separada, la cocina se puede dejar sin recoger una noche y cerrar la puerta sin que pase nada. En el caso de las cocinas abiertas, hay que ser muy escrupuloso con la limpieza y el orden, ya que está integrada en el salón.
Y yo, que necesito que lo que tengo a la vista esté en perfecto estado de revista para tener cierta paz mental, me causaría ansiedad el estar viendo mi serie favorita mientras veo que en el fregadero se amontonan las ollas o las sartenes esperando a ser fregadas.
La tendencia, cocinas no tan abiertas
Es cierto que para aprovechar el espacio, las cocinas abiertas e integradas en el salón permiten optimizar los metros disponibles. De hecho, en muchas casas de nueva construcción ya vienen así. Pero en las reformas, hay que pensarse muy mucho si damos ese paso o no.
Primero, por el tema de las instalaciones (lo que puede suponer un coste que se dispara), y en segundo lugar, para ver si este modelo de cocina se adapta a nuestro estilo de vida, y a nuestros gustos y manías. Porque sobre el papel, el proyecto lo aguanta todo.
Pero luego, la realidad se impone, con problemas como el olor a pescado recién hecho inundando el salón, o el hecho de estar viendo una serie, o estar teletrabajando, y tener que soportar el ruido de la campana extractora o de la batidora o del robot de cocina triturando alimentos a toda potencia puede ser la triste realidad que nos espera.
Por suerte, en muchos nuevos proyectos ya se ve que se está dando un paso atrás en las cocinas abiertas completamente. En los casos en los que la cocina no está independiente del todo, se apuesta por soluciones intermedias que cogen lo mejor de las cocinas abiertas, pero sin sufrir ciertas incomodidades.
Los propietarios ahora optan por cocinas semiabiertas, utilizando elementos como puertas correderas o acristaladas o paneles de cristal. Además, se puede optar por diseños muy diferentes a los primeros cerramientos. Por ejemplo, unos perfiles extrafinos de metal negro y cristal permiten dar un toque de lo más moderno al espacio.
De esta manera, se permite la sensación de amplitud y la conexión visual pero mantienen separadas las funciones. También suele permitir aprovechar al máximo la luminosidad.
Este cambio de tendencias responde a un deseo de una mayor versatilidad y un enfoque más práctico en el uso del espacio doméstico. Así, la cocina vuelve a ser un espacio funcional que se puede ocultar o destacar según la ocasión.
A pesar de este cambio de tendencia, las cocinas abiertas no desaparecerán por completo. Simplemente, se están adaptando a las nuevas necesidades de los usuarios, que buscan un equilibrio entre estética, comodidad y funcionalidad.
Este cambio de tendencia no significará por supuesto el fin de las cocinas abiertas. En muchos hogares seguirán existiendo, por comodidad, porque apenas se usa la cocina, o porque es un buen sistema para optimizar el espacio en casas pequeñas. Pero sin duda, su reinado predominante está llegando a su fin.
Fotografías | Roam in color en Unsplash, Santiago Interiores, Cota Zeta Arquitectura y Construcción, Docrys & DC Studio
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