Los potos, junto a los lirios de la paz o la sansevierias, son un clásico entre las plantas de interior más famosas de nuestro país. Su presencia era imprescindible en las casas españolas de finales del siglo pasado, y ahora han vuelto con más fuerza que nunca gracias a las posibilidades que ofrece a nivel decorativo esta planta trepadora, y también por su capacidad para purificar el aire.
Entre los cuidados que más hay que tener en cuenta si queremos que nuestro poto crezca de forma espectacular está el riego. En este sentido, los potos proceden de zonas tropicales, un detalle que ya nos da alguna pista sobre sus necesidades hídricas.
Junto al riego adecuado, es importante que el poto reciba una luz abundante, e indirecta. Antes de regar es importante revisar la humedad del sustrato. En este sentido, debes dejar que el sustrato se seque entre riegos.
Cuando veas que la tierra está seca, deberás regar tu poto al cabo de tres días. Como regla general, tendrás que regar la planta una vez a la semana, aunque esto dependerá de las condiciones de la habitación en la que tengas al poto. En verano tu poto podrá pasar hasta cinco días sin regarlo, mientras que en invierno, puedes regarlo cada 10 días.
Es mejor que riegues esta planta de menos que de más, ya que si lo riegas mucho podría llegar a pudrirse. Dado que no le gusta el exceso de humedad, además de proporcionarle un buen drenaje, no hay que dejar bajo la maceta un platillo con agua.
Si dejas ese platillo, las hojas del poto se volverá amarillas. De hecho, las hojas amarillas son uno de las señalas de que el poto tiene un exceso de humedad. Además, en los meses de más calor necesitarán que pulverices sus hojas de forma regular para aumentar la humedad.
Fotografías | Kelsey Brown en Unsplash, Fee - Unsplash
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