La tomatera, o planta de los tomates, es una especie muy popular no solo en huertos, sino también cada vez más en jardines e incluso en terrazas. Para tener una buena cosecha de tomates, es necesario cuidar esta planta siguiendo unos sencillos consejos evitando los errores que pueden malograr tu tomatera.
Entre los cuidados más importantes a realizar para que esta planta esté fuerte y saludable está la poda. En este sentido, debes saber que hay varios tipos de poda, y que jamás hay que podar el tomate cuando las hojas y las ramas esté húmedas, ya que podría enfermar. Y si sigues leyendo, te contaremos en qué consisten.
Tipos de poda de la tomatera
En primer lugar está el desbrote, o poda de brotes. Esta poda se realiza para retirar los chupones de los tomates (los brotes de los que la planta va a desarrollar nuevos tallos, con nuevas hojas y frutos), y se lleva una o dos veces a la semana en los meses de calor. Estos brotes comienzan a producirse desde que llega la primavera, y hay que retirarlos cuanto antes.
Si los quitas cuando son muy pequeños, se puede hacer con los dedos. Salen enteros, y el daño que se le hace a la planta es muy limitado. Si no lo haces, nacerán nuevas ramas con hojas y flores, por lo que la planta deberá repartir sus recursos, restando así energía a las ramas que ya existen.
Los tallos cortados en el desbrote suelen enraizar fácilmente, por lo que podrías tener una nueva tomatera en un par de semanas.
El segundo tipo de poda es el deshojado de mantenimiento, y se realiza de forma regular para eliminar las hojas que se marchitan, o aquellas hojas que están sobre las ramas con frutos.
Con el deshojado se busca favorecer la aireación de la planta para mejorar la calidad de los frutos, a la par que se previenen enfermedades y el debilitamiento de las plantas.
El tercer tipo de poda es el despunte, y es el que debemos hacer cuando salen frutos nuevos, y creemos que no van a poder llegar a madurar. Esto suele suceder un mes y medio antes de que lleguen las temperaturas más extremas del verano, y tres meses antes de la llegada del frío.
En este caso, se suele podar el brote apical o parte superior del tallo. Al eliminar esos brotes, la planta puede centrarse en engordar los tomates que ya están creciendo. Esta poda se realiza dejando una o dos ramas por encima del racimo floral más alto. En la siguiente temporada, hay que repetir el proceso con el tallo que se haya formado como principal en su desarrollo vertical.
En este punto, hay que señalar que es importante no pasarse con la poda. Las plantas hacen la fotosíntesis a través de las hojas, y si eliminamos demasiadas hojas, estaremos debilitando a la tomatera.
También hay que advertir que antes de realizar la poda hay que detectar qué tipo de tomatera tenemos. Las variedades indeterminadas (como el tomate de ensalada, el raf, el beef, o la mayor parte de las tomates cherry) crecen al estilo de las vides y deben dejarse en posición vertical sobre guías. Estas variedades deben podarse para que puedan crecer de forma adecuada, y en concreto, necesitan de un desbrote regular una o dos veces a la semana cuando llega la temporada de crecimiento para evitar que surjan nuevos chupones que suponga un gasto energético extra para la planta, por lo que al final dará pocos tomates, y de pequeño tamaño.
En cambio, las variedades determinadas tiene un crecimiento contenido antes de convertirse en un arbusto, y no necesitan de tanta intervención, ya que dirigen su energía de forma natural hacia los frutos. Entre estas variedades están el tomate pera, el ACE 55, o el Amelia.
Y antes de empezar a podar, recuerda esterilizar las tijeras de poda para evitar propagar enfermedades.
Fotografías | Dani California en Unsplash, Shalev Cohen en Unsplash
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