La verbena es una planta de exterior muy popular ya que es resistente, fácil de cuidar, y además, tiene un potente poder decorativo y ornamental gracias a su espectacular floración. No en vano, sus flores son una explosión de vitalidad en colores como el rojo, el rosa, el blanco o el violeta.
En el mundo existen más de 250 especies, aunque la más conocida es la Verbena Officinalis. Su época de mayor esplendor es el verano, pero esta planta rastrera puede florecer en cualquier momento del año si vives en una zona de clima templado.
Cómo cuidar la verbena
La verbena es una planta muy agradecida, ya que es muy fácil de cuidar. Tan solo hay que seguir una serie de sencillos consejos:
- Para crecer bien, la verbena necesita mucha luz, aunque durante el verano hay que evitar que le dé el sol directo en las horas centrales del día. En zonas de mucho calor, mejor plántala en una zona de semisombra.
- Planta la verbena en macetas con tierra ligera y un bien sistema de drenaje, ya que a esta especie no le gusta el encharcamiento. Si la plantas en el jardín, el sustrato debe drenar bien. Si echas agua y la absorbe rápidamente sin encharcarse, es el lugar adecuado para ellas.
- La verbena resiste bien la falta de agua, y no aguanta el exceso de humedad, por lo que solo hay que regarla cuando veas que el sustrato está seco. El mejor sistema es meter el dedo en el sustrato para ver el grado de humedad. Lo mejor es regarla cuando la tierra lleve un par de días seca.
- A esta planta le gustan los climas templados y calurosos, por lo que en invierno hay que tener cuidado con el frío, y en particular, con las heladas: la planta podría llegar a morir.
- Aléjala de corrientes de aire frío, ya que no las soporta.
- Poda la planta en primavera cuando comienzan a salir las primeras flores. Al cortarlas, estimularás su crecimiento, y volverán a salir rápidamente. Haz dos podas más, en verano, y en otoño.
- Los esquejes sobrantes de la poda puedes plantarlos para reproducir la planta.
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