El diseñador Alber Elbaz ha dejado entrar al New York Times a su oficina y al resto de habitaciones que conforman el edificio que Lanvin, una de las firma de moda más (este año cumple 125 años), posee en el distrito 8 de París.
Durante 11 años, Alber Elbaz no tuvo ninguna oficina en Lanvin hasta que un buen hace poco más de un año dijo, ¿por qué no? Ahí empieza las historia del despacho del diseñador, quien define su despacho como un bunker, un lugar en el que sentirse protegido de la soledad que viene con un cargo tan importante como el suyo.
El resto de las estancias del edificio son blancas o muy coloridas y como su trabajo consiste en trabajar con colores e historias, Elbaz decidió hacer su despacho en tonos oscuros, con paredes negras "como si fuese un agujero negro desde el que tener una mejor perspectiva" ya que se siente más cómodo en la oscuridad.
Aunque toda la habitación está muy ordenada, el diseñador muestra a cámara el armario en el que deja todo lo que no quiere ver, el cajón desastre del director creativo de Lanvin. "Mi cabeza está tan desordenada, que no puedo ver más desorden a mi alrededor", asegura el diseñador.
En definitiva, un lugar en el que se encuentra seguro y en el que al entrar por las mañanas para trabajar siente la misma sensación que cuando entra a su casa.
Via | NYTimes
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