Cuando vemos cocinas así, nos entra una pereza gigantesca sin remedio. Especialmente, si tenemos en cuenta que hoy en día tenemos soluciones muy económicas para cambiar suelos, o para pintar los armarios sin demasiado esfuerzo.
En este caso, la cocina de Erin McClelland databa de 1965, y tenía muchos puntos por los que debía ser reformada urgentemente. El primero, por estética, con esos muebles setenteros tan alejados de las tendencias más actuales, y es suelo que tira para atrás. Por otro lado, en la estancia destacaba la falta de luz natural.
El cambio radical de esta cocina sesentera
La cocina forma parte de una casa antigua que estuvo abandonada varios años hasta que fue adquirida por Erin McClelland y por su marido Michael. Estaba revestida de paneles de madera, con los armarios a juego que necesitaban una actualización urgente. Los electrodomésticos también necesitaban ser renovados.
Para dar más luminosidad a la estancia, la pareja pensó en derribar la pared entre la cocina y la sala de estar. Pero esta reforma hubiera supuesto miles de dólares, ya que el muro de carga requeriría . La solución, hecha por el propio Michael, fue cortar una ventana de paso para conectar los espacios y usarla como espacio adicional para comer o cenar. Esta solución costó tan solo unos 500 dólares.
Para ahorrar dinero también se mantuvo la estructura de los armarios viejos, cambiando únicamente las puertas en un llamativo y moderno color verde. La zona hueca que quedaba entre el armario y el techo se tapó con unas láminas de madera para darle un aire más actual y proporcionarle un toque de calidez.
Fotografías | Erin Mayo
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