Tener una cocina nueva, o al menos, que no dé asco al usarla, es fundamental en cualquier hogar. Y más, si acabas de comprar una casa en la que que quieres desarrollar un proyecto de vida. Viendo las imágenes del antes de esta cocina, no nos extraña nada que cuando Guerin Piercy recorrió esta vivienda de Carolina del Norte en 1941 le recorriera un escalofrío.
A Piercy le dijeron que la cocina había sido reformada hacia unos 20 años, pero a la compradora de la vivienda no le cuadraba del todo ese dato. Los armarios tenían un color blanquecino, en parte debido a la suciedad que se agarraba. Las paredes tenían un color rosa melocotón que tampoco era especialmente alegre. De las baldosas del suelo, mejor no hablar. Y en las encimeras de aglomerado, daba cosa dejar alimentos sobre ellas...
Un cambio radical utilizando pintura
Para transformar la cocina y dejarla habitable, la propietaria de la vivienda apostó por la pintura, pintando armarios y paredes. Reemplazó las encimeras de aglomerado gracias al trabajo de un carpintero local, y puso azulejos de cerámica en el salpicadero. También encargó un horno nuevo.
Primero pintó las paredes y los armarios en blanco, aunque la propietaria se cansó enseguida de este color, ya que le daba un aspecto frío. Y decidió cambiar el color para que reflejara su personalidad, apostando por el verde oscuro, un color ideal para darle un aire elegante y sofisticado.
Para conseguir el toque definitivo, Piercy quiso instalar un papel tapiz, aunque por el elevado precio de este producto, tuvo que desechar la idea. Para solucionar este problema la propietaria decidió pintar ella las paredes, recreando una escena campestre, dado que ya había pintado paisajes anteriormente.
Tras pintar el mural, cubrió las viejas baldosas del suelo con vinilo negro, rematándolas con un patrón floral en color blanco pintado a mano. En la nevera, de color blanca, pegó marcos con cuadros suyos.
Vía | Apartment Therapy
Fotografías | Guérin Piercy
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