La historia es cuando menos, peculiar. Por no decir que tiene un punto fascinante. Baldassare Forestiere fue un inmigrante italiano que llegó a la ciudad de Fresno en 1.901 procedente de Sicilia. Y hasta aquí, no hay nada que llame la atención con respecto a otros inmigrantes italianos que llegaron hasta el continente americano en busca de una vida mejor.
Según la revista Casa e Jardim, Forestiere llegó a California con la idea de plantar cítricos en este estado del este norteamericano. De hecho, para desarrollar su idea, compró 70 acres (casi 30 hectáreas) para cultivar. El problema llegó cuando descubrió que los suelos que había comprado no eran aptos para cultivar.
UNA CUEVA, LA SOLUCIÓN A SUS PROBLEMAS
Aunque otros muchos hubieran abandonado su idea y buscado una alternativa, Forestiere decidió seguir adelante con sus planes. Y como no podía cultivar en superficie, el inmigrante siciliano decidió excavar 6 metros bajo la superficie hasta encontrar tierra fértil donde poder cultivar.
Con sólo una pala, un pico y una carretilla, el siciliano excavó hasta crear un gran refugio subterráneo donde cultivar los cítricos, y también vivir para escapar así al intenso calor que hay en California.
Fueron cuatro décadas las que Forestiere terminó ese oasis subterráneo que tiene más de cuatro hectáreas con 50 salas subterráneas, entre habitaciones, túneles, patios y jardines. Lo que era su casa incluía salón, comedor, dos dormitorios, cocina y un baño.
Pese a que no tenía formación en arquitectura, Baldassare construyó arcos que se inspiraban en las catacumbas romanas, utilizando una mezcla de mortero y tierra. Tampoco hizo ningún plano de la construcción, ya que cada habitación o cada zona fue creada en su propia mente mientras iba trabajando. Y el resultado es tan bueno, que sus construcciones subterráneas todavía existen.
Para enfriar la cueva, el italiano creó tragaluces que tenían forma de cono para expulsar el aire caliente y empujar al aire frío hacia abajo. Un sistema que funcionó, ya que las vides y árboles frutales como naranjos, limoneros y pomelos prosperaron y se beneficiaron de las temperaturas más frías que hay bajo tierra. Además de los cítricos, Forestiere también cultivó variedades como el níspero, el membrillo, la algarroba o la azufaifa.
Además de construir y cultivar el complejo subterráneo, el italiano pretendía abrirlo para que los visitantes pudieran refrescarse en verano. Pero antes de cumplir este otro sueño, Forestiere falleció. En la actualidad, esta gran cueva excavada durante 40 años es administrada por su familia, y está abierta al público.
Baldassare tenía planes de abrir un complejo subterráneo para que los visitantes se refrescaran en verano, pero lamentablemente falleció antes de realizar su sueño. Hoy, el lugar es administrado por su familia y está abierto al público.
Foto de portada | Wikimedia / Carol M. Highsmith
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