La nostalgia está de moda, eso es innegable, incluso hasta el punto de que he llegado a echar de menos épocas en las que ni siquiera he vivido. Si a eso le añadimos que la memoria es muy selectiva y tiende a recordar sólo lo bueno, llegamos a la conclusión de que todo tiempo pasado fue mejor y, por ende, todo diseño anterior también.
Disertaciones filosóficas aparte, hoy os ofrezco la posibilidad de volver al pasado, concretamente a los agitados años sesenta, siempre y cuando prometáis dejar los vaqueros acampanados y las camisas estampadas al salir de casa.
Por poco menos de medio millón de euros está disponible, en el suroeste de Londres, este adosado de 3 plantas diseñado originalmente en 1960 por Edward Hollamby. La reforma actual ha conservado gran parte de los materiales y muebles originales, como la escalera y las puertas. Los nuevos se han elegido manteniendo la misma estética.
Sin más dilación, veamos como sería vivir en los 60.
La planta baja, que antes era un garaje, se ha rehabilitado para alojar una amplia cocina y un comedor con vistas al jardín. Este espacio diáfano se separa de la calle mediante un sistema de ladrillos de vidrio translúcido. Un pequeño vestíbulo evita que entremos directamente a la cocina desde el exterior.
La decoración es sencilla y poco invasiva. Los muebles y la escalera de madera, originales de la casa, aportan calidez al ambiente. Para rematar, la vegetación ofrece un fondo de perspectiva envidiable. Un espacio muy agradable y acogedor.
En el primer piso se ha situado el salón, desde cuyas ventanas se divisa de nuevo el patio. Al otro lado, una pequeña sala y un estudio completan la distribución.
En estas estancias se optado por dar una acertada nota de color a alguna de las paredes. Una gran idea, pues no sólo le da más dinamismo, sino que ayuda, junto con la alfombra, a delimitar los espacios.
Por último, en la planta superior, se han dispuesto los dos dormitorios y un baño. El principal da al jardín, aunque quizás las ventanas sean un tanto altas, y no permiten contemplar las copas de los árboles desde la cama. En el extremo opuesto se sitúa el otro cuarto y, entre ambos, el cuarto de baño.
En este piso se ha mantenido un pavimento a base de moqueta, del que no soy nada partidario, pero que se agradece en un clima tan poco acogedor como el inglés. En ambas estancias se conservan muchos de los muebles originales restaurados, contribuyendo a mantener en todo momento la sensación de haber viajado atrás en el tiempo.
A mí me ha encandilado la sencillez, claridad y calidez de toda la casa. El sosiego que transmiten todos los espacios, que se van haciendo más privados a medida que ascendemos por esa preciosa escalera tan ligera y tan presente a la vez.
Para los que os ha gustado pero no lleváis suelto para comprarla, no os preocupéis, cada día hay más muebles de estilo vintage en el mercado y también está la opción de restaurar aquellos que vuestros padres guardan en el trastero.
Si añoras los sesenta, olvídate de Martin Mcfly y su condensador de fluzo y ponte a decorar.
Vía | Retro to Go
Más información | The Modern House
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