Si hay algo que siempre me ha hecho ilusión, es irme a vivir en medio de la nada, alejado de todo y de todos, sólo con mis pensamientos y la naturaleza. Lo que pasa es que siempre me ha parado la cantidad de obstáculos que se interponen en el camino hacia mi pequeña utopía.
Así, a bote pronto, se me ocurren tres cosas muy básicas; luz, agua y, sobretodo, internet. Luego hay otras más o menos relevantes, como dónde hacer la compra, el colegio de los niños, la distancia a un centro de salud o de ocio… Sin dejar de mencionar el reto arquitectónico de diseñar una vivienda que no suponga una agresión al entorno.
Por lo visto, todos esos problemas e inconvenientes no echaron atrás al matrimonio americano que decidió construirse esta casa para vivir en el desierto. Un proyecto tan ambicioso como complicado, pero que han sabido llevar a cabo tan bien, que no me queda otra que quitarme el sombrero y decir: pasen y vean.
Como ya he dicho, la casa está situada en el desierto, en una zona del estado de California bautizada como Three Junipers, a media hora en coche del Parque Nacional Joshua Tree. La parcela es relativamente grande, unas dos hectáreas, el tamaño de unos cuatro campos de fútbol. Si a eso le sumamos que el vecino más cercano está a unos 15 kilómetros, pues la sensación de vivir en medio de la nada es absoluta.
El entorno es atractivo en su aridez, el típico desierto del oeste americano. No cuesta mucho imaginarse rodeado de indios y vaqueros. De hecho, muy cerca hay un antiguo set de rodaje, ahora reconvertido en restaurante.
La casa se integra con delicadeza entre los arbustos y las rocas gracias básicamente a su transparencia y ligereza, de forma muy similar a como lo hace la Farnsworth House de Mies van der Rohe. Además, al colocarse contra una pequeña ladera, su presencia se reduce a la mínima expresión.
Bueno, vale ya de hablar de su aspecto exterior, que está muy bien, pero aquí lo importante es ver las sensaciones que se tienen al vivir en el desierto. Y la verdad es que las imágenes hablan por si solas, desde cualquier parte de la casa hay unas vistas espectaculares y en todo momento da la impresión de que puedes alargar el brazo y coger una piedra.
Con semejante telón de fondo, la decoración de la casa no debía (ni podía) competir con las maravillosas perspectivas, así que se redujo al mínimo, con la idea de poder disfrutar de ellas al máximo. Nada de muebles altos, ni gruesas cortinas o lámparas llamativas.
Esa sencillez es la nota predominante en toda la vivienda, en la que se distribuyen un salón-comedor-cocina bastante amplio, un baño, el dormitorio principal y la habitación del niño.
En el salón destaca una chimenea de acero negro colgada del techo alrededor de la cual hay un sillón y un sofá muy peculiares, hechos como con ramas de arbustos. Tampoco se queda atrás el aparador, un gran prisma tallado de una única pieza de madera.
Los complementos terminan de hacer acogedor el ambiente. Unas cortinas ligeras tamizan la luz y, junto a las lámparas, el jarrón y la alfombra, aportan calidez al conjunto. Es quizás el espacio más decorado, pues el resto de la casa está resuelta con el menor número de elementos posibles.
Un lugar perfecto para reunirse con los amigos y disfrutar del atardecer y la noche en el desierto. Tiene que ser espectacular poder ver las estrellas desde tu sofá mientras charlas rodeado de la naturaleza y el silencio que debe reinar por esos lares.
Un claro ejemplo de esa sencillez decorativa es la cocina-comedor. La isla, diseño de Bulthaup, comparte protagonismo con la amplia mesa de madera, escoltada por seis sillas en una combinación de metal y mimbre.
La iluminación es cosa de unos fluorescentes naranja y un par de flexos de apoyo sobre la barra. Un entramado de malla de acero filtra el sol y crea un tapizado de sombras que invade toda la estancia. Como pequeñas notas de color un bonsai verde combina con la madera de la mesa y un cesto de frutas rojas con el azul de los muebles.
Este es uno de los espacios que más me gusta, es muy luminoso y, al tener las vistas controladas y un pequeño patio al que salir, me resulta bastante acogedor. Amén de que Bulthaup es una de mis marcas de muebles de cocina favoritas.
Desde la cocina, al otro lado del patio, se puede ver el baño, en el que sorprende el magnífico ventanal y el espejo de pared a pared. Desde luego, no está pensado para la privacidad. La prioridad de los dueños era poder bañarse con la sensación de estar en el exterior, sin los inconvenientes de la intemperie. Además, al ser una pareja con un único hijo y existiendo la posibilidad de correr las cortinas, tampoco es para tanto.
Los sanitarios son muy discretos, blancos y de lineas sencillas, con la grifería en acero inoxidable. Destaca el color naranja un poco terroso de la pared, así como las luces del mismo color sobre el espejo.
Por todo elemento decorativo, algunas piedras, ramas y fósiles, probablemente recogidos de los alrededores, así como una pequeña alfombra circular, en naranja, como no.
Para terminar, me he dejado lo mejor, el dormitorio principal. Cada vez que veo la foto me quedo un rato largo mirándola y noto como un hilillo de baba se desliza por la comisura de mi boca abierta. Que vistas, que calma, que colores… ¡Narices! ¡Qué envidia!
Creo que poco más hace falta para ser feliz, una cama en medio de una habitación que no es más que un mirador hacia un paisaje cambiante y misterioso, pero a la vez cálido y acogedor.
Sé que muchos no sois partidarios de los grandes ventanales, temerosos de vuestra privacidad, pero en una situación privilegiada como esta, en la que sólo una salamandra puede asomarse tras el cristal y ante unas perspectivas como estas, no encuentro motivo para negarse semejante placer.
Y hasta aquí la visita por esta casa poco convencional en medio del desierto, que espero os haya gustado tanto como a mi. Pero no creáis que eso es todo, me he guardado para otro artículo la explicación de cómo se construyó —esta montada con un sistema prefabricado diseño del arquitecto Taalman Koch— también cómo se consiguió resolver todos los problemas que planteé al principio y muchos otros detalles que me he dejado en el tintero.
Así que, como diría Terminator, volveré.
Vía | CubeMe
Más información | itHouse, Three Junipers, Taalman Koch
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