Con la Casa Farnsworth comienza una serie de posts en la que os mostraré las casas más significativas de los principales arquitectos del siglo XX. Mi intención con los artículos de Casas con nombre no es sólo que podáis admirar la belleza de las obras que iré exponiendo, sino comentar cuales fueron las aportaciones que sus autores hicieron a la arquitectura y la decoración.
En 1945 la Doctora Edith Farnsworth encargó a Mies Van der Rohe un proyecto para construir un lugar de retiro de fin de semana cerca de Chicago. El proyecto fue finalizado en su mayor parte a mediados de 1951.
La vivienda se sitúa en medio de un terreno de 24 hectáreas cerca de un río amplio y caudaloso que inunda con facilidad la parcela. La parte posterior tiene vistas al bosque, mientras que la fachada principal se abre a un pequeña pradera, lo que ofrece una distancia adecuada para admirar sus magníficas proporciones.
La casa está compuesta por dos planos blancos; el suelo y la cubierta. Cabe destacar que no se apoya directamente sobre el terreno, sino que esta levantada ligeramente, transmitiendo la sensación de ser liviana y pura. Además, de esta manera, se resguarda de las constantes inundaciones de la llanura. Ocho pilares sustentan ambos planos sin llegar a perforarlos, tan sólo se adosan a ellos. Esto puede parecer un detalle sin importancia, pero ayuda a reforzar un concepto muy presente en Mies, la fluidez espacial.
Al tratarse de una segunda residencia las necesidades eran bastante laxas; una cocina, un dormitorio, un salón, un comedor y un estudio se disponen ampliamente alrededor de un núcleo de madera en el que se esconden los baños. La superficie del espacio interior es de 140 metros cuadrados, a los que debemos añadir el porche y la terraza de acceso. Ésta se encuentra a una altura intermedia entre el terreno y la plataforma principal, a la que se accede a través de una serie de escalones lineales.
Como se puede observar, no existen muros exteriores, sino que el perímetro está realizado íntegramente en vidrio y sólo unas cortinas separan el exterior del interior. Además, se ha prescindido de las particiones interiores, tan sólo un pequeño núcleo de madera que aloja la caldera, los baños, la cocina y la chimenea. Si a esto le añadimos que los pilares están en el exterior de la vivienda, el resultado es que nada fracciona el espacio. La casa forma parte del bosque y éste, parte de la vivienda. La fluidez espacial llevada al extremo.
Manteniendo su filosofía de “menos es más”, Mies utiliza muy pocos materiales; el acero de la estructura, el vidrio, la madera y, para el pavimento, el mal llamado mármol travertino, pues se trata de una piedra caliza que proviene de la sedimentación y no metamórfica como el mármol, siendo éste menos poroso y por lo tanto, más resistente ante las inclemencias del tiempo y el uso.
Por último destacar el especial cuidado que Mies ponía en todos los elementos del proyecto, desde la estructura hasta el mobiliario.
Una muestra de ello se puede observar en la cocina, los fogones se integran en la encimera de acero inoxidable de forma que ésta se percibe como una única pieza continua. En el dormitorio, la cama, que aquí vemos sin colchón, incorpora tanto la mesita de noche como una preciosa lámpara en acero inoxidable. Fijaos en el contraste que produce ver un teléfono de la época sobre la mesita, nadie diría que son coetáneos.
Como anécdota, reseñar que la Doctora Farnsworth denunció a Mies por casi duplicar el presupuesto inicial, aunque las malas lenguas afirman que eran amantes, y que esa fue su venganza cuando él dejo de verla.
Imágenes via | Flickr
Más información | Farnsworth House
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