Los chicos de Eagle Wolf Orca no tienen diseños convencionales. Lo suyo es explorar e imaginar, experimentar y descubrir, diseñadores narrativos, cuentacuentos, o al menos así se definen. Una de sus creaciones que más me ha cautivado es Archipiélago, una mesa en la que no me importaría naufragar.
Construida a partir de una gran pieza de piedra tallada que emerge de la superficie de cristal como un gran peñón en día de mar en calma, esta mesa es todo un cúmulo de yuxtaposiciones que la convierten en un objeto bello e hipnótico.
No tengo claro si es la contraposición entre la fragilidad del cristal y la dureza de la piedra o el equilibrio inestable en el que parece sostenerse ese gran voladizo transparente lo que la hace tan atractiva, aunque tal vez sea esa sensación de que la piedra atraviesa el cristal como si fuera agua, en vez de abrazarlo, que es lo que efectivamente hace.
Una pieza emocionante no apta para todos los salones. Afortunadamente, hay una versión anterior menos transgresora, aunque no exenta de belleza. En ell, dos piedras delicadamente talladas parecen flotar sobre la superficie como dos islas en medio del océano. Si bien no es tan extravagante, tampoco me importaría naufragar en esta otra mesa.
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