La rosa del desierto es una planta resistente y espectacular gracias a su particular aspecto, que recuerda a un delicado bonsái. Su tronco grueso, sus hojas y sus preciosas flores con forma de campanilla y color rosa tienen un poder decorativo único. Este árbol en miniatura es originario del zonas cálidas y desérticas, lo que nos puede dar algunas pistas sobre los cuidados que necesita.
Cómo cuidar la rosa del desierto
A la hora de cuidar esta planta, es importante que reciba abundante luz solar directa: al menos, seis horas. Aún así, ten cuidado, porque si le da un sol muy fuerte en las horas centrales del día, sus hojas podrían quemarse.
Y si vas a tenerla en interiores, debes ponerla en alguna estancia con mucha luz. En maceta, debes plantar utilizando una mezcla de tierra para macetas normal junto con tierra para suculentas, con arena gruesa, perlita, o piedra pómez.
Si hablamos de temperaturas, a la rosa del desierto le gustan los ambientes cálidos y secos. Para que viva feliz y se desarrolle correctamente, necesita estar entre los 18 y los 32ºC. De hecho, si hay temperaturas por debajo de 10ºC, esta planta ralentiza su crecimiento. En caso de que la tengas en exterior, asegúrate de meterla al interior si baja de esa temperatura, y especialmente, si va a helar.
A la hora de regarla, hay que tener cuidado para no echarle demasiado agua, ya que no le gustan los encharcamientos: sus raíces podrían pudrirse. A la hora de regar, es importante dejar que la tierra se seque por completo entre riego y riego. También es importante que tenga un buen drenaje para que pueda eliminar el exceso de agua.
En época de crecimiento, hay que regarla de forma moderada cada 15 días, mientras que en otoño e invierno, se puede regar una vez al mes. El tronco de tu rosa del desierto te advertirá si estás regándolo en exceso, ya que si está grueso e hinchado, la estás regando demasiado.
Para acabar, esta planta necesita ser podada justo antes de la subida de las temperaturas. Puedes eliminar las ramas más largas para fomentar la simetría y equilibrar el crecimiento del tallo. También puedes podar las ramas que se crucen con otras ramas, cortando justo por encima de un nudo de hoja, o en el punto en el que el tallo se une con otro tallo.
Fotografías | Supratik Deshmukh en Unsplash
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