No me da mucho miedo la electricidad, soy capaz de destripar aparatos, y realizar conexiones sencillas, instalar lámparas y jugar con las clemas, pero eso sí, lejos, muy lejos del líquido elemento. Será por los consejos paternos que una y otra vez me aconsejaban, bajo peligro de muerte, no acercarme a un enchufe al salir de la ducha, o a esas películas de malos malísimos en las que arrojaban una radio encendida en la bañera en la que se remojaba un pobre incauto…
Por eso no salgo de mi asombro ante esta lámpara Creature, diseñada por Owen Song, que no solo no rehuye del agua, sino que la necesita para alumbrar. De diseño parecido a una gran fuente o frutero, el agua que se deposita en su interior actúa como conductor, transmitiendo electricidad de un electrodo negativo a otro positivo.
Cuando el agua vertida se evapora, la lámpara se apaga, de manera que tenemos una función de temporizador de lo más natural. Cuanta más agua se añada más tiempo tardará en apagarse. Una vez consumida, la luz desaparece gradualmente.
Su aspecto encendida es el de una extraña criatura indefinible, y emite una luz tenue, que la convierte más en un elemento decorativo que en una fuente de iluminación práctica.
Vía | Is Arquitectura
Más información | Owen Song
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