Aunque no son minipisos como los de Hong Kong, hay que admitir que los de mi generación vivimos en casas más pequeñas que las de nuestros padres. Pasar de los 50 metros cuadrados ya es un privilegio en muchas ciudades; quizás por eso no me encaja ese empeño de hacer televisiones cada vez más grandes para casas cada vez más pequeñas.
La reflexión que ha continuación podréis leer la han desencadenado dos hechos aislados. Por un lado, la presentación en el Fórum de Mónaco a principios de mes del nuevo televisor 4K de 85 pulgadas de Samsung, de la que también han hablado nuestros compañeros de Trendencias Shopping, y por el otro, un capítulo del hipnótico programa Tu casa a juicio, donde un hombre debía renunciar a su televisión de 60 pulgadas en pos de una mejor reforma.
Las televisiones siguen creciendo
Recuerdo nítidamente cuando de pequeño en casa se estropeó nuestra vieja televisión, de esas con solo siete canales y sin mando a distancia, ni euroconector, ni HDMI, ni condensador de fluzo, ni nada de nada. Fue todo un hito, porque fuimos a comprar una nueva a la tienda del barrio, y mi padre quiso que nos diéramos el capricho de comprar una grande.
El caso es que en mi memoria tengo la imagen de una televisión inmensa, con una pantalla que apenas abarcaba mi vista, y en la que ver los dibujos animados o jugar a la videoconsola era una auténtica gozada. Aquella pantalla tenía 28 pulgadas de diagonal, y mi madre pensaba que era una monstruosidad.
En parte tenía razón, porque además de alta y ancha, era profunda como ella sola, con más culo que Beyoncé y Jennifer López juntas, pero lo que no sabía era que en unos años esas mismas pulgadas iban a considerarse pequeñas, como para una tele en la cocina o en el cuarto de los niños. Eso sí, ahora delgadas cuales supermodelos, casi perdiendo esa tercera dimensión que prometen usando sus gafas.
Las casas siguen menguando
Bueno, si ya tienes una casa, no te preocupes, que aunque llueva no encoge. Pero seguro que si has estado mirando pisos de nueva construcción verás que hay muchos estudios y pisos de una habitación, y que los más grandes, lo de toda la vida de tres o cuatro habitaciones, tienen aún precios prohibitivos.
Entonces, ¿qué hacemos con nuestra televisión gigante? Porque hoy en día lo normal al cambiarse de televisión es hacerlo por una más grande. Por lo menos 37 o 40 pulgadas, si no más, algo que a veces hacemos sin tener en cuenta dos aspectos cruciales: la distancia de visionado y las proporciones.
La distancia de visionado
Es la distancia a partir de la que nuestra televisión “se ve bien”. Esto depende de la resolución (HD Ready, Full HD o los nuevo 4K) y también del tamaño de la pantalla, aunque por mucha resolución que pueda llegar a tener, hay un límite que es el ángulo de visión del ojo humano, ya que si bien puede que se perciba nítido, tampoco conviene tener que girar el cuello para ver la televisión entera.
Así, para una televisión de 42 pulgadas Full HD, la distancia mínima es de 1,85 metros —más cerca notaremos los píxeles— y la máxima 4,65metros. A partir de ahí nos parecerá pequeña, aunque ya poca gente tiene tanta distancia entre la televisión y el sofá.
Cuanto mayor sea la resolución, menor la distancia mínima, en el caso de las nuevas resoluciones 4K, esa distancia se reduce a la mitad, aunque eso es algo que también depende del contenido. Por mucha televisión que tengamos, si luego lo que vemos está a menos resolución, los pixeles se van a seguir notando. Es como ver un video de Youtube en la tele.
Las proporciones
A la hora de comprar una televisión, se habla mucho de cuestiones técnicas, incluso estéticas —mira qué delgada, está en blanco, no tiene marco— pero casi nunca compositivas. Hay que pensar en las proporciones, en cómo esa televisión se relacionará con el mueble, con la pared y con el resto de la estancia.
Sirva de ejemplo cómo los chicos de Ikea, que no son tontos, se han esmerado en que los modelos más grandes de su televisión Uppleva queden igualmente gráciles sobre el mueble Besta, todo gracias a un buen uso de la proporción. Televisión más grande, mueble más grande y esbelto, para que siga habiendo la misma cantidad de vacío a su alrededor y la proporción de volúmenes se mantenga equilibrada.
De esto no os puedo dar una clase maestra, porque sería resumir en unas líneas varios años de carrera, pero es algo que todos percibimos intuitivamente al decir “es demasiado grande” o “no queda bien”, lo difícil es encontrar el motivo y arreglarlo, porque no siempre una televisión más pequeña es la solución.
Dicho todo esto, sé que es complicado resistirse a los cantos de sirenas de las marcas, que nos ofrecen siempre más tamaños, más resolución y más de todo, yo mismo reconozco haber sucumbido a sus encantos, pero es importante que tengáis en cuenta los aspectos antes mencionados a la hora de comprar una televisión.
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