Nacho Viñau Ena
CoordinatorDespués de años en los que los interiores era similares sin importar si estuvieras en Madrid o en Copenhague, lo retro está de moda. No hay más que echar un vistazo a las tiendas de decoración, a la llegada de tendencias como el desorden intencional o el creciente mercado de piezas vintage tanto de muebles como de vajillas tipo Duralex para vestir nuestras casas y darles personalidad.
Esa tendencia también ha llegado a la hora de reformar viviendas, tal y como hemos podido ver en la transformación de este ático situado en pleno centro de Madrid de la mano del arquitecto de interiores Bruno Lavedan. La renovación integral de este ático situado en la zona de Embajadores entrelaza la memoria del edificio con un estilo de vida contemporáneo.
Una reforma con guiños a la década de los 70
La propuesta de reforma parte de un diálogo sensorial con la fusión de materiales raw (materiales naturales y sin tratar, mostrados tal y como son, sin aderezar, exaltando su belleza interior), fríos y cálidos que, en armonía, dan vida a un espacio acogedor con sutiles guiños a la década de los 70, época de construcción original de la vivienda.
Para esa intervención no se ha querido borrar el pasado, al contrario, lo abraza y reinterpreta con materiales de siempre como el linóleo natural en los suelos, que recupera protagonismo con un uso contemporáneo para aportar carácter y calidez. Una de las paredes principales desvela la historia del inmueble, dejando a la vista el yeso original con las marcas del tiempo.
Más allá de los materiales y del respeto por la historia del inmueble, la nueva distribución fue concebida para maximizar la luz natural y adaptarse al ritmo de vida de sus propietarios, transformando por completo la funcionalidad del ático. De esta manera se ha mejorado drásticamente el confort con nuevas carpinterías y climatización.
La zona de día se ha diseñado como un amplio espacio fluido que integra salón, comedor y una cocina con isla central en acero inoxidable macizo de 5mm y frente de fresno natural, concebida para el disfrute y la conexión. Desde aquí, así como desde la zona de comedor, se accede a dos terrazas que ofrecen inmejorables vistas del centro de Madrid, inundando de luz cada rincón.
En la reforma también destaca el uso de otro material de aires retro: los bloques de vidrio Pavés no solo tamizan y transportan la luz, sino que también delimitan espacios a través de un juego translúcido. La paleta cromática juega con blanco, negro, gris y madera pero suma vitalidad con chispas de color, como el tono naranja del icónico sofá Togo de Michel Ducaroy para Ligne Roset y el rojo de la gran lámpara suspendida lineal sobre la isla de cocina, diseñada por el propio Bruno Lavedán.
En el conjunto destacan también las puertas diseñadas por el arquitecto de interiores Bruno Lavedan. Estas superan los dos metros y medio de altura y están realizadas en pino, incorporando un discreto uñero. Esta elección refuerza la pureza de líneas y se alinea con la visión limpia y minimalista del proyecto.
En el baño destaca una gran poza de mármol de doble grifería y una singular disposición de dos duchas enfrentadas, un guiño lúdico que, combinado con el gresite, evoca la atmósfera de un vestuario clásico con un giro moderno.
El espacio de trabajo es una de las partes más llamativas del proyecto, ya que se integra de forma inteligente ocultándose tras una cortina azul de onda perfecta cuando no está en uso, manteniendo la serenidad visual del área social.
Según Bruno Lavedan, con este proyecto de reforma integral “No quería imponer una estética, sino escuchar lo que el espacio ya contaba. La clave fue establecer un diálogo entre los materiales, la luz y la historia del lugar, para crear una vivienda que se sintiera vivida, honesta y plenamente contemporánea” explica Bruno Lavedan.
Fotografías | Germán Saiz
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