En la comarca del Ribeiro, entre colinas verdes, viñedos centenarios y caminos de piedra, se encuentra A Veiga, una pequeña aldea ourensana que ha decidido desafiar al olvido y la despoblación rural con una propuesta tan simbólica como poderosa: vender casas por solo 2 euros para convertirlas de nuevo en hogares.
Lo que podría parecer una simple curiosidad inmobiliaria es, en realidad, una iniciativa con alma. El objetivo no es especular con el precio de la vivienda, sino devolver la vida a un pueblo que llegó a tener 200 vecinos y hoy apenas conserva 26 en total.
El proyecto parte de la propia comunidad local, que busca atraer nuevos habitantes dispuestos a rehabilitar las viviendas respetando su estructura original. Casas de piedra, con muros de casi un metro de espesor, techos de madera y vistas a los montes del Ribeiro, se ofrecen a quienes deseen convertirlas en hogar y en símbolo de una nueva forma de habitar.
Una iniciativa con fuerza
Uno de los primeros en aceptar el reto fue Fernando Blanco (@nosolecer), quien hace cinco años cambió la ciudad por A Veiga para quedarse, antes de cumplir los 50. Tiene una empresa de jardinería, es profesor en la escuela-taller de poda técnica y cuestiones relacionadas con el campo y también vende por internet accesorios para acuariofilia marina. Todo desde el rural, que ya no es el de antes, el de sus ancestros.
Su historia es la de muchos que buscan reconectar con lo esencial y revivir la esencia del pueblo de sus antepasados, que llegó a tener 200 vecinos y del que disfrutó siendo un niño cuando visitaba a sus abuelos.
Cuenta a EFE que fue entonces cuando, junto a su mujer, de la provincia de Lugo, cambió la ciudad, Pontevedra, por volver al rural, a un lugar con “un montón de casas derruidas, otro montón de casas cerradas y seis u ocho en las que vive gente”, aunque, eso sí, con internet de alta velocidad, el médico a 3 kilómetros y Ourense a menos de media hora.
Desde su llegada, Fernando ha documentado la rehabilitación de su casa de 1840, una vivienda de piedra con muros de 80 centímetros que hoy combina tradición y diseño contemporáneo. En redes sociales, comparte el proceso de recuperación, mostrando cómo un espacio abandonado puede transformarse en un refugio lleno de vida, luz y autenticidad.
Según él, la vida en el pueblo es “completamente diferente” a la de la ciudad, de la que no echa “absolutamente nada” de menos, “engancha”.
“Hay paz, tranquilidad, silencio y te mantiene activo porque tienes tu huertita, tu jardín, vas por la calle y saludas a todo el mundo; no es la frialdad de una gran ciudad donde al final te cruzas con mil personas y no saludas a nadie”, afirma.
El nuevo lujo: vivir despacio
Lo que ocurre en A Veiga no es un caso aislado. Cada vez más aldeas de Galicia —y de toda España— apuestan por proyectos similares y ofrecen viviendas a precios simbólicos o en cesión a quienes se comprometan a vivir, invertir o emprender en el entorno rural. Una tendencia que no solo combate la despoblación, sino que redefine el concepto de lujo: ahora, el verdadero privilegio es tener tiempo, aire puro y comunidad.
En palabras de sus vecinos, “el rural cobra un diezmo, porque hay cosas que hacer todos los días, pero lo que te regala es infinitamente superior a lo que te cobra”. En A Veiga, el precio de una casa puede ser de 2 euros, pero el valor de la vida que se recupera es incalculable.
Fotografía de portada | Ourense.info
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