Que abrir las ventanas en pleno invierno suena a herejía, nadie lo puede negar. Y más, en estos momentos en los que una masa de frío polar amenaza con helar España al comienzo de la Navidad. Pero la ventilación sigue siendo, también en los meses más fríos, una de las rutinas más importantes para mantener nuestra casa saludable y libre de humedades. De hecho, ventilar es una necesidad que ayuda a reducir la concentración de CO₂, además de equilibrar la humedad y mejorar el bienestar respiratorio.
El problema es que ventilar también supone perder ese calor que tanto esfuerzo nos cuesta concentrar en casa. Porque en cuanto abres la ventana, el calor generado por la calefacción se evapora en cuestión de segundos. Y es que cuando las temperaturas se desploman, cuesta abrir las ventanas en muchas ocasiones.
De ahí que muchas personas, sobre todo en el centro peninsular, tiendan a cerrar herméticamente la casa durante el invierno, abriendo las ventanas lo justo. Un error que termina generando un aire viciado que favorece irritaciones, alergias y dolores de cabeza que nada tienen que ver con el clima, sino con una casa que simplemente no respira.
La fórmula perfecta: entre 5 y 15 minutos de ventilación cruzada
A la hora de ventilar, la recomendación de los expertos es clara: entre cinco y quince minutos como máximo de ventilación total y cruzada son suficientes para renovar el aire sin enfriar el interior de casa en exceso. En este sentido, abrir ventanas opuestas crea una corriente rápida que resulta mucho más eficaz que dejar una rendija abierta durante una hora.
Según estudios recientes sobre ventilación natural en espacios habitacionales, la ventilación cruzada es el método más efectivo para lograr una renovación completa del aire interior en el menor tiempo posible, manteniendo así el equilibrio entre calidad del aire y confort térmico.
Cuándo ventilar
Aunque todo el mundo solemos ventilar nuestra casa al levantarnos a primera hora, lo cierto es que no es lo más recomendable. Y hay dos motivos para hacerlo en las horas centrales del día. El primero, es que hacia el mediodía las temperaturas son más elevadas que a primera hora del día.
Y el segundo motivo es que la contaminación a esas horas es más baja que al arrancar la jornada, cuando aumenta el tráfico en las grandes ciudades con los coches para ir al trabajo o al colegio. Ese efecto contaminante se multiplica en las ciudades en las que suele haber niebla, ya la contaminación no se disipa y se concentra en el entorno urbano.
La humedad: ese factor del que nadie habla pero que es clave
Uno de los aspectos menos mencionados cuando hablamos de ventilación en invierno es la humedad. Por encima del 50% favorece la aparición de moho; por debajo del 40% reseca la garganta y la piel. Así que ventilar de forma breve pero constante ayuda a mantener ese equilibrio tan necesario, especialmente en baños tras la ducha y en cocinas después de cocinar.
El poder oculto de la luz solar
No podemos olvidarnos de la luz solar, que suma por su cuenta a la ecuación. Dejar entrar el sol calienta de forma natural, y mejora nuestra sensación confort. De hecho, investigaciones sobre calidad del aire interior han demostrado que la combinación de ventilación natural con la entrada de luz solar mejora significativamente el confort térmico y la percepción de bienestar en espacios habitacionales, especialmente durante los meses de invierno.
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