Los que visitáis las tiendas de antigüedades seguro que ya habéis visto alguna puerta en ellas. Las venden incluso con bisagras aunque luego no siempre nos cuadran para usarlas con su función original. La solución que os queda si os habéis enamorado de una puerta que no os cuadra en ningún sitio en casa es ponerla como tablero de mesa.
En esta ocasión os traigo una puerta que servía como entrada a un granero de la que la familia no se quiso deshacer. Al contrario, la restauraron, la barnizaron y poniéndole debajo unas patas quedó convertida en una mesa de té perfecta.
Observad cómo la mesa se ha pintado de marrón oscuro mientras que las patas se han dejado blancas, lo que le da un aire joven y casual que no resta protagonismo a la mesa pero que sorprende. El resto de la estancia está decorada en blanco y negro por lo que estamos ante un conjunto armonioso.
Este conjunto funcionará igual si la puerta se pinta de otro color aunque para las puertas antiguas de aires rústicos yo prefiero dejarlas con tonos naturales. ¿A vosotros os convence?
Vía | X4duros
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