La lantana es una planta muy popular por la vistosidad de sus flores y lo fácil que es cultivarla. Hay más de un centenar de variedades, y es originaria de las regiones cálidas de América del Sur y América Central, lo que nos da una idea de las necesidades que puede tener para sobrevivir.
Esta planta de hoja perenne nos regala racimos de pequeñas flores tubulares y fragantes entre la primavera y el otoño. Pueden ser de distintos colores, desde el rojo al rosa, pasando por el naranja o el blanco. Y además, hay variedades (y este detalle nos encanta) que cambian de color conforme van madurando.
Cómo cuidar la lantana
Dado su origen tropical, la lantana necesita vivir en lugares soleados y con mucha luz. De hecho, necesita al menos seis horas de sol directa al día. A la hora de regar la planta, es importante mantener el suelo húmedo mientras dura la temporada de crecimiento. Sobre todo, cuando está recién plantada.
Pero ojo, tener el suelo húmedo no es lo mismo que tenerlo encharcado. Como suele suceder, no hay que encharcar el sustrato si quieres evitar que se pudran las raíces o que le afecten los hongos.
Cuando la lantana está ya asentada, bastará con regarla una o dos veces a la semana. Además, es una planta que soporta bastante bien la sequía cuando ya está adaptada a la zona en la que está plantada.
Dado que esta planta es bastante dura, no necesita de demasiados cuidados. Basta con proporcionarle un fertilizante equilibrado de liberación lenta en primavera. Para acabar, deberás podar la planta a finales del invierno o a comienzos de la primavera para ayudarla a crecer y que tenga una floración potente. Elimina las ramas más largas y débiles, y retira de forma habitual las flores marchitas.
Fotografía | RDNE Stock project para Pexels, Kaan Durmuş para Pexels
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