El diente de león (taraxacum officinale) es una planta súper extendida. Podemos ver esta planta herbácea perenne en caminos, en praderas, jardines con césped... De hecho, en muchas zonas la consideran una planta invasiva. Pero dependiendo del concepto que tengamos de jardín, o si lo queremos cultivar en maceta, es una estupenda opción para dar color a nuestras zonas de exterior, ya que además es muy fácil de cuidar.
Sus hojas son largas y estrechas, y tienen una forma dentada que recuerda a los dientes de un león. Y de ahí su popular nombre. Sus flores, tienen un color amarillo intenso, y salen desde la primavera hasta el otoño. Durante la noche, o cuando llueve, las flores se cierran, volviéndose a abrir de nuevo cuando sale el sol.
Cómo cuidar el diente de león
Si plantas el diente de león en maceta, debes regarlo de forma moderada. Es cierto que como muchas plantas perennes, resiste bien la sequía, pero para crecer bien, prefiere un suelo húmedo. En caso de que el diente de león esté plantado en el suelo, con que lo riegues un par de veces a la semana bastará.
Esta planta perenne también necesita de abundante luz solar para crecer, así que coloca la maceta con tu planta en una zona donde reciba al menos seis horas de sol al día. En caso de que vivas en una zona donde el termómetro se dispara, es bueno que en las horas centrales del día lo pongas a la sombra para evitar que se quemen sus hojas.
En lo que respecta al abono, lo cierto es que esta planta no necesita de demasiados cuidados. Como mucho, puedes echarle un poco de fertilizante un par de veces durante la época de floración.
Fotografía | Erik Karits para Pexels, 김 대정 para Pexels
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