Llamativa, colorida... El cyclamen, o ciclamen, es una de nuestras plantas preferidas para dar color a jardines y terrazas en los meses más fríos del año. Esta planta perenne comienza a florecer a final del verano, y nos regala sus preciosas flores durante buena parte del invierno en colores muy variados, del rojo o el rosa al blanco. Y con los cuidados y las condiciones adecuadas, puede florecer durante todo el año.
Cómo cuidar los ciclámenes
Para empezar, debemos saber dónde podemos poner esta planta. En caso de que la cultives dentro de casa, necesita una habitación muy luminosa sin que le dé el sol directo, y un ambiente fresquito alejada de radiadores y focos de calor. Tampoco le viene bien el aire acondicionado.
En el exterior, debes tener en cuenta que no le gusta el sol directo por lo que debes situarla en una zona de semisombra. Además, no soporta temperaturas superiores a los 25º (entra en periodo de letargo hasta que el termómetro descienda). También es importante plantarlo en una maceta amplia, dejando espacio con respecto a otras plantas para que pueda respirar bien.
Respecto al sustrato, el ciclamen prefiere suelos fértiles con turba y arena, y bien drenado. Ya que hablamos del drenado, hay que advertir que los ciclámenes son muy susceptibles al exceso de agua. Así que evita encharcar el sustrato. Para que la maceta absorba el agua que necesita, puedes regarla por inmersión, poniendo la maceta en un plato con agua durante 10 minutos. Después, puedes poner la maceta en un plato con gravilla para que drene bien.
Si lo riegas de forma tradicional, es importante que el agua no moje el centro de la planta, donde se encuentra enterrado el tubérculo. Además, para que la planta crezca con fuerza, deberás proporcionarle abono líquido junto al riego cada dos semanas. Mientras dure el periodo de floración, puede echarle un abono con potasio.
Fotografías | Rebecca Niver en Unsplash, Alexander Burr en Unsplash
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