Durante décadas, el gotelé formó parte del paisaje más íntimo de los españoles. De hecho, no había casa en España en los 60 y los 70 que no tuvieran gotelé, ya fuera en su versión fina, o en su versión de grano grueso, o más gordito. Ese revestimiento es parte del imaginario colectivo de un país que crecía de forma desmedida y que necesitaba construir mucho para alojar a las miles de personas que emigraban a las ciudades.
En esos momentos de boom urbanístico, se construía mucho y mal. Y para tapar esos desperfectos, se recurrió a esta solución; una técnica de pintura al temple y acabado en grano que tapaba cualquier desperfecto y que se extendió de forma masiva ya que era un producto barato, inmediato y que no requería mano de obra demasiado cualificada.
Pero conforme España fue avanzando en cultura decorativa y la economía española avanzó, el gotelé fue desapareciendo lentamente. Este sistema fue sustituido por paredes lisas, por papeles pintados, murales decorativos... En obra nueva, pero también en las reformas de muchas casas de segunda mano: el gotelé era eliminado sin contemplaciones.
Aún así, y pese al odio de interioristas y de propietarios hacia el gotelé, lo cierto es que esta técnica tan denostada como odiada ha pervivido en nuestro país por la dificultad de quitarlo, por la imposibilidad de poner encima papel pintado y por el elevado coste económico que conlleva su eliminación.
La vuelta del gotelé
Gotelé en una vivienda de Facundo Martínez en Valencia. Foto: Nacho Viñau Ena
Pese a que muchos pregonaban que no volvería (no se si es más deseo que acierto), la verdad es que desde hace algunos años se llevan las paredes cada vez más imperfectas. No llegaba a ser gotelé, pero los acabados rugosos e imperfectos se extendían en los ambientes que destilaban una vuelta a espacios naturales. Incluso interioristas como Guille García Hoz, defendían que el gotelé volvería.
No como en los 60 o en los 70, pero sí renovado y para determinados ambientes y adaptada a nuestra época y a la la necesidad de crear texturas y movimiento en los interiores. Para Guille García Hoz, "la pared lisa blanca es aburrida".
Periodistas apasionados de la decoración como Carlos Cala Barroso, subdirector de Hoy por Hoy Madrid de la Cadena Ser, también soñaban con su vuelta para que casas como la suya, (con gotelé incorporado), volvieran a ser tendencia.
Sinmas Studio apuesta por el maxi gotelé en Casa Decor
Nacho Viñau
Y ahora, el momento ha llegado. Y además, lo ha hecho por la puerta grande en Casa Decor de la mano de los valencianos Sinmas Estudio. Porque en el espacio que han diseñado para Hager, los valencianos Sigfrido Serra y Mateo Climent han apostado de forma clara y rotunda por el gotelé. Y además, con un maxi gotelé en blanco que no deja a nadie indiferente. En paredes, pero también en techos, aplicando eso de si no quieres tazón, toma tazón y medio.
Nacho Uribesalazar
Y yo, que llevo años combatiendo su vuelta, tengo que reconocer que me gusta, y que tal y como me sucedió con el terrazo, me tengo que comer mis palabras. Porque en este caso, y combinado con textiles y los acabados dorados, el efecto es espectacular. Quizás tenga que ver que el gotelé de grano grueso está decorado con esos platos de Fornasetti por los que muchos tenemos pasión.
Suponemos que esta vuelta pondrá los pelos como escarpias a sus detractores, pero os aseguramos que en este contexto, acompañado del sofá y la mesa de centro de Natuzzi, de un papel pintado de Jannelli & Volpi, o de piezas de Lladró como la espectacular lámpara que cuelga del techo o las esculturas de porcelana diseñadas por Jaime Hayón, damos el aprobado a la vuelta del gotelé.
En las últimas semanas también hemos visto como Pepe Peñalver utilizaba un gotelé maxi como fondo para presentar Avalon, un textil tanto de interior como para exterior cuyo diseño se inspira en uno de los más célebres hoteles del movimiento arquitectónico Art Déco en Miami.
¿Qué opinas? ¿Estás en el team gotelé, o directamente, te encuentras entre los detractores de esta técnica que vuelve a ser tendencia? Yo sinceramente, tengo que reconocer que tengo el corazón dividido...
Fotografía de portada | Nacho Uribe Salazar
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