Nos alegra enormemente cuando edificios con solera y abandonados se ponen en manos de magníficos arquitectos y profesionales para recuperarlos y darles una nueva utilidad. Sobre todo si este tiene un valor histórico y una gran trascendencia social. Este es el caso de la antigua fábrica de Bombas Gens, en Valencia, es el ejemplo de una arquitectura industrial de los años 30 que permanece aún en pie. Con etilo art-decó en sus fachadas y una superficie de 698.117 m2, el Estudio Ramón Esteve ha desarrollado un nuevo complejo único y especial.
El edificio que se inaugura el próximo día 8 de Julio de 2017 tendrá sus puertas abiertas desde las once de la mañana hasta las siete de la tarde en la avenida Burjassot, 54. Estamos deseosos de poder contemplar este nuevo complejo, así como disfrutar de su triple actividad, artística, social e investigadora que desarrollará la Fundació Per Amor a L’Art.
El objetivo del estudio Esteve es siempre conseguir unificar el criterio de intervención en todo su conjunto, ya sean edificios originales o de nueva construcción y al mismo tiempo establecer una singularidad específica según las necesidades requeridas. En el gran cuerpo de la fachada encontramos el centro de arte dividido en cuatro naves y en los anexos laterales se han instalado el restaurante y un centro de día para niños con riesgo de exclusión social y la sede de la fundación se ha incorparado a la antigua villa.
Como valor patrimonial y espacios independientes se conserva la bodega del siglo XV en el patio posterior y el refugio antiaéreo de la Guerra Civil que tienen conexión con patios y zonas ajardinadas que permiten disfrutar del conjunto arquitectónico, de sus actividades y de cada uno de sus rincones. La esencia industrial se ha recuperado con el ladrillo original, ladrillo cerámico y el galvanizado. Son los materiales dominantes sobre el resto. En otros puntos más discretos la reinterpretación de la cerámica original en la bodega y en la hacienda, se combina con la madera, que dota a los espacios mayor elegancia y nobleza, mientras que en los interiores se mantienen cubiertas más ligeras.
Al acceder al centro de arte la primera pieza que se vislumbra es una balanza industrial restaurada que ocupa gran parte del suelo del zaguán y hace de transición hacia el patio interior. En el suelo se aprecia el adoquín rondeno recuperado, este edificio de geometría irregular en el que se descubren de forma directa el centro de arte, a la izquierda las oficinas con un diseño discreto y en su derecha el restaurante es una obra de arquitectura con relevancia y peso del pasado en sus cimientos y grandes perspectivas de avance hacia el futuro, que involucra el arte en todo su dominio.
Fotos | Ramón Esteve
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