Sinceramente, hasta ayer, Kathryn Findlay era para mi una auténtica desconocida. Es cierto que soy un tanto despistado y fan de pocos arquitectos contemporáneos, pero tengo una teoría: ha venido directamente del futuro para diseñar la octava planta del hotel Puerta América.
Eso no sólo explicaría el hecho de que ignorara su existencia, sino también por qué la decoración de toda la planta parece sacada directamente de La Guerra de las Galaxias, Guía de un autoestopista galáctico o Solaris, por citar algunas películas que traen a la mente habitaciones blancas y puertas deslizantes.
Pensaréis que soy un exagerado, que no puede ir más allá de lo que fueron Zaha Hadid o Ron Arad con la decoración de sus respectivas plantas. Pero os puedo asegurar que sí.
Bienvenidos al futuro.
Kathyrin Findlay
Como decía, nunca antes había oído hablar de Kathyrin Findlay ni había visto ningún trabajo suyo. Así que me he documentado un poco para poder valorar la decoración en el contexto de su obra.
Tras graduarse en 1977 en la Architectural Association de Londres, viajó a Japón, donde trabajó con Arata Isozaki. En 1987 se independiza profesionalmente. Sus primeras obras son casas unifamiliaries, entre las que destaca la Truss Wall House (1993)
En 1999 abandonó Japón para regresar al Reino Unido, aunque solo dos pequeños proyectos atestiguan su presencia en las islas británicas, ya que tuvo que cerrar su estudio en 2004 por problemas de liquidez. No sin antes haber realizado en Qatar una espectacular villa para la hija del emir, originalmente diseñada para las verdes praderas de Grafton Hall en Cheshire. Tras dedicarse unos años a la investigación en la universidad, en 2007 regresa a la práctica de la profesión.
Su arquitectura puede confundirse facilmente con las corrientes futuristas o deconstructivistas (Zaha Hadid, Frank Gehry), aunque hay quien afirma que sus trabajos son muy racionales, alejados del estereotipo del arquitecto que moldea la forma cual escultor. No lo tengo tan claro.
Tenéis más información sobre Findlay en su página web y en este artículo, ambos en inglés.
El lobby y el pasillo
Una vez esbozada la vida profesional de Kathyrin Findlay, regresemos al futuro. Porque esa es la sensación que debe dar al salir del ascensor. Seguro que más de uno habrá vuelto a entrar para comprobar si había pulsado el botón con el número 8 y no uno que pusiera "espacio exterior".
A pesar de la intensa presencia del blanco y los materiales sintéticos, el lobby recuerda vagamente a Gaudí. Supongo que por las formas de inspiración orgánica, entre las que destaca la cúpula. Lo cual nos puede ayudar a mirar toda la decoración con otros ojos.
Una vez accedemos al pasillo, la sensación de haber viajado al futuro se acrecenta, inducida por el tono azulado-verdoso de la luz, las superficies pulidas de bordes redondeados y, sobre todo, por esas puertas que parecen traídas directamente del Halcón Milenario.
No obstante, obviando la diferencia en cuanto a los materiales empleados, existen bastantes analogías con los pasillos de la casa Batlló o la casa Milà del arquitecto catalán. Igual es una tontería, pero mirándolo de esa manera, resulta menos frío y se entiende todo mucho mejor.
Las habitaciones
Una vez dentro de las habitaciones, continúa esa dicotomía de sensaciones. Por un lado, parece que hayamos entrado a los aposentos de la Princesa Leia (por seguir la analogía) y por el otro, hay muchas reminiscencias a la arquitectura de Gaudí y al modernismo organicista.
La primera no me gusta. Me hace sentir sólo y abandonado, en un mundo que me es ajeno. La segunda, por contra, es agradable, los muebles parecen haber crecido de las paredes como plantas en un muro de piedra o incluso se puede asimilar todo como esculpido en el interior de una cueva.
Es curioso como la forma de mirar las cosas influye en la percepción final. De un futuro desolador a una pequeña cueva a resguardo de todos los males del exterior.
Vosotros ¿Cómo lo véis?
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