La naturaleza y los grandes hoteles modernos rara vez suelen llevarse bien. Salvo alguna honrosa excepción, y por mucho que se esfuercen sus arquitectos en disimularlo, acabando siendo enormes moles plantadas en medio de parajes naturales violados por el vidrio, el acero y el hormigón.
Sin embargo, de vez en cuando nos encontramos con delicias como el hotel Grace Santorini, situado en un enclave maravilloso de la isla de la que toma su nombre, que respeta y complementa mimetizando su diseño con el de un pueblo griego incrustado en la ladera de una montaña que un poco más abajo se convierte en una acantilado sobre el mar mediterráneo.
Su sistema de bancales, los muros de piedra, las paredes encaladas… todo ayuda a hacer que este pequeño hotel consiga algo tan complicado como llamar la atención y pasar desapercibido al mismo tiempo.
Antes de entrar a ver la decoración de las habitaciones, me gustaría hacer hincapié en la acertada decisión de escalonar el hotel a lo largo de la empinada ladera. Aunque en primera instancia puede parecer un engorro, el sistema de bancales permite no sólo minimizar el impacto visual del conjunto, sino también ganar un sinfín de terrazas medio privadas con unas vistas espectaculares como las que se puede apreciar en la imagen.
Es cierto que las piscinas sin borde, de esas que cuando te sumerges parece que se fundan con el mar, son un clásico de este tipo de hoteles, pero no por ello dejan de impresionarnos cada vez que las vemos.
No obstante, a medida que nos acercamos, todo va perdiendo algo de encanto, las superficies se antojan demasiado perfectas y la geometría un tanto azarosa, lo que por un lado lo hace menos cariñoso con el entorno y por el otro menos bello desde un punto de vista estrictamente arquitectónico.
En la decoración de las habitaciones impera el color blanco, algo lógico, pero a pesar de que se le ha tratado de otorgar calidez con un sistema de filtrado de la luz solar a base de un muro de piedra semiopaco y unas ventanas que imitan a las tradicionales, le sigue delatando las superficies, demasiado perfectas y pulidas, poniendo de manifiesto su artificio una y otra vez.
En otras piezas encontramos mobiliario un tanto discordante, que no acaba de encajar del todo con el aire mediterráneo que debería respirar todo el conjunto. Es como si hubieran decorado algunos de los espacios —ocurre también en el restaurante, por ejemplo— sin mirar por la ventana, como si fuera un apartamento o un restaurante en cualquier otro lugar.
Tampoco vayáis a pensar que no me gusta, en absoluto, la luz que inunda cada una de las estancias hace que todo se parezca a lo muchos imaginamos que debería ser el cielo, tan solo que si se mira con detalle se le ve un poco el cartón.
Os invito a que echéis un vistazo a la extensa galería de imágenes en la que podréis disfrutar de un sinfín de fotos del exterior y las habitaciones, con detalles como el jacuzzi interior con vistas que hay en algunas de ellas, o simplemente deleitaros con el maravilloso enclave en el que está situado el Hotel Grace Santorini, que por cierto es obra del estudio de arquitectura Divercité en colaboración con MplusM.
Vía | Fubiz
Más información | MplusM, Hotel Grace Santorini
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