No sé vosotros, pero si hay algo que me gustaría tener en los escasos metros del castillo donde reino, es un cuarto de la plancha. De esos tipo Dowton Abbey, donde tienes inmensos armarios para la ropa blanca que cuando los abres te inunda el aroma a lavanda de pequeños saquitos graciosamente distribuidos; una barra donde colgar las camisas para que se sequen sin demasiadas arrugas; una pila de piedra profunda para tener ropa en remojo, bandejas de mimbre donde reservar la ropa limpia hasta que puedas plancharla y tres cestos para ropa sucia: blanca, negra y de color...
También tendría un rinconcito con algo de costura, una buena tabla maciza, con estabilidad suficiente para el centro de planchado y ya puestos pediría una perfecta planchadora que almidonase los cuellos de las camisas porque yo soy un desastre...pero eso lo dejaremos para cuando toque el euromillón.
En fin, me tengo que conformar con una tabla plegable que amenaza con quebrarse cuando pongo el centro de planchado, apoyada en la lavadora, un canasto no muy grande debajo del tendero e ir amontonando la ropa en una bandeja que no da abasto de tanto polo y camisas de uniforme, que al final están tan arrugadas que tardas el doble en plancharlas (de la planchadora profesional...ni hablamos).
Así que mi gran obsesión es buscar no ya cuartos, rincones de lavado y planchado perfectamente decorados, que me den ideas. A ver qué os parecen estos que he encontrado navegando por la red.
¿Vosotros soñáis con maravillosos cuartos de plancha donde sea un placer trabajar?
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