En Decoesfera hemos hablado en varias ocasiones de los lofts, espacios de los que me confieso enamorada desde que tengo memoria. Siempre he fantaseado con vivir en uno, y he tenido innumerables ensoñaciones de como sería mi loft ideal, cómo lo acondicionaría, cuan altos serían sus techos o inabarcable su espacio. Y así sigo. Sé que nunca habitaré uno, pero quién me va a prohibir soñar con ello…
En los últimos años hemos visto crecer la oferta inmobiliaria de lofts, precisamente coincidiendo con el momento en que las licencias de estos comenzaron a encontrar problemas en los ayuntamientos. Curioso. Muchas son las personas que han accedido a este tipo de vivienda a través de una constructora.
Pero algo no cuadra en este tema. El loft tiene unas características que lo hacen muy especial, y que en la actual oferta de lofts o mini-lofts, brillan por su ausencia. Veamos.
Los lofts son espacios únicos, antiguos y reconvertidos. Naves industriales, antiguos talleres o fábricas en los que los elementos arquitectónicos originales tienen una gran importancia. Gozan de un gran espacio con el que jugar. La libertad de distribución es tan grande como la imaginación o necesidades de sus moradores.
Aún compartiendo determinadas características, se puede decir que no hay un loft igual a otro. Por ello ver un edificio de mini-lofts ordenados como si de una colmena se tratara, da que pensar.
Entonces nos preguntamos ¿qué es lo que nos están vendiendo bajo esta denominación? Espacios clónicos, construidos en serie, sin más diferencia entre unos y otros que la decoración que los compradores introduzcan.
Casas condicionadas desde el esbozo en las que cada uno de sus metros cuadrados viene con una función definida. Viviendas que no gozan de gran amplitud, que pueden asimilarse en metros cuadrados a cualquier vivienda estándar, cuando no hablamos de minipisos divididos en dos plantas.
Vaya por delante que no tengo nada en contra de estos nuevos espacios, ni contra la libertad de cada cual a hacerse con uno de ellos. Aún menos contra la ilusión que produce una casa nueva, se llame como se llame. Lo que me hace revolverme es que los promotores inmobiliarios se aprovechen del consumidor utilizando como reclamo para vender pisos una nomenclatura que en poco lo merece.
Pero la pela es la pela y el reclamo es muy goloso. Los tiempos en los que comprar un dúplex era la quintaesencia de la modernidad han pasado. Hoy en día, el loft toma el relevo de ese señuelo, prestando y casi perdiendo su nombre.
En Decoesfera | Una vivienda para cada tipo de persona (V): los lofts
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