El objeto para el que hoy os proponemos un nuevo uso es prácticamente imposible encontrarlo en las viviendas actuales pero hace unos años (no tantos) su presencia era habitual en todas las casas. Nos referimos a las antiguas tablas de lavar. Seguro que si rebuscáis en los desvanes y trasteros de las casas de campo de vuestros abuelos, estos todavía conservan alguna en buen estado. La otra solución para haceros con una es en rastros, mercadillos o ferias de desembalaje.
¿Y qué podemos hacer si tenemos la suerte de encontrarnos con una? Podemos optar por conservarla tal cual, como objeto decorativo, o restaurarla y darle una segunda utilidad, convirtiéndola en un encantador estante, como en la fotografía. Si presenta un buen estado, podemos mantener la madera vista, después de una buena limpieza. Y si no, bastará con aplicar una mano de pintura, del color que más os guste.
Se cuelga invertida, sobre la pared, para que lo que era la parte superior de la tabla de lavar haga las veces de estante, y se le pueden añadir unos colgadores de madera para bufandas, corbatas, collares, etc. El resultado es un objeto práctico y singular, con gran encanto, que podemos situar en cualquier lugar de la casa: en el recibidor, el baño, la habitación, y que destaca especialmente en contraste con una decoración moderna.
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