Butterfly; antes de entrar en este espacio el nombre nos evoca delicadeza, libertad, belleza, aire batido entre delicadas alas, colores vivos... Isabel Cantos-Figuerola ha sido la encargada de llenar de sereno encanto una pequeña habitación en la tercera planta del edificio de Velázquez 29.
Concebida como despacho de una joven maquilladora de estrellas, Isabel ha querido plasmar en la sala un ambiente mediterráneo y antiguo, en contraste con los muebles de metacrilato y madera. El punto de partida de la estancia está en la estructura en forma de cuña que nace entre las dos estanterías, que delimita las zonas de despacho y lectura, dando un cierta intimidad a cada una de ellas.
Las estanterías surgen en blanco luminoso desde un fondo tapizado con un estampado cálido, iluminadas a media altura por unos apliques de luz blanca. En la visita a Casa Decor Madrid 2010 hemos tenido la sensación de que esta era la edición de los libros, pues han sido muchos los antiguos y bellos ejemplares expuestos a lo largo de los espacios. Butterfly ha sido uno de ellos, gozando en sus estanterías, alma culta de la estancia, de exquisitos ejemplares escogidos con esmero. La zona central sirve de exposición para dos pinturas rodeadas de manera original por dos marcos exentos.
La zona de lectura se define tan solo con una butaca de estructura de madera y ligero asiento de tejido, junto a una sólida mesilla compacta. El despacho, dispuesto de manera dinámica en diagonal, se muestra delicado con una mesa con sobre de metacrilato y patas de madera clara. Sobre ella, una lámpara de pie antiguo y pantalla negra da contenido y volumen al espacio.
Posamos la vista en la pared de enfrente para descubrir el taller, la mesa donde nuestra protagonista experimenta con pigmentos y esencias. Aquí la madera y el metacrilato vuelven a encontrarse, dando como resultado una mesa de trabajo espectacular y original combinando las patas de antiguo, torneadas y coloridas, con piezas de madera natural moldurada.
Los taburetes dan un tono desenfadado, con una estructura muy original que sujeta el asiento. Sobre la mesa, el material de trabajo forma un bodegón colorista en el que se complementan los cuencos con pigmentos naturales y los frascos de cristal sabiamente agrupados.
La música se deja sentir en este ambiente con la presencia física de un instrumento: la guitarra, que trae ecos mediterráneos, y el simbolismo del violín, que desgrana melodías llena de melancolía desde la imagen que decora una de las paredes. La naturaleza se cuela en el interior gracias a una gran palmera que nace de una maceta. La luz que traspasa las mesas etéreas y se refleja en los espejos, llega desde la pared entelada, filtrada por el fino paño rayado
En Decoesfera | Casa Decor Madrid 2010