Uno de los ambientes más exclusivos de Casa Decor Madrid 2009 lo encontramos en La Suite creada por Javier Castilla. Emplazada en uno de los laterales del Palacio de Luchana, se divide en tres zonas diferenciadas que mantienen un nexo común a través de los tonos blanco, negro y gris salpicados de leves detalles en rojo.
Una suite elegante cuyo salón se articula en torno a un gran sofá gris, de gran tamaño y lineas rectas. El gusto por los detalles queda patente en cada rincón, desde la cómoda de piel de tiburón hasta los dibujos realizados sobre los espejos del vestidor.
Uno de los rincones más cautivadores es el que forman una butaca con tapizado capitoné y una lámpara de pie metálica. Sutil conjunto que no necesita de mucha más compañía, tan solo un cojín blanco y negro. El espejo que cubre gran parte de la pared devuelve el reflejo y aporta aún más profundidad a la habitación.
La sensación que me vuelve a la memoria al evocar la visita a esta suite se traduce en dos palabras: luz y paz. Los muebles escogidos, sabia mezcla de estilos contemporáneo y clásico, crean una combinación armónica; nada sobra y nada falta aquí. Sobre la cómoda podemos ver varias obras de arte, así como en la pared, de la que nace una escultura realmente espectacular vista de cerca.
El suelo del salón se cubre en parte con una alfombra estampada con motivos en blanco y negro, rotunda como centro de atención. La neutralidad de los muebles le cede gran parte del protagonismo con acierto. Una impecable mesa de centro de acero y cristal se posa sobre ella, y un escabel de piel de cebra guarda las espaldas y se integra a la perfección añadiendo un toque exótico.
La iluminación corre a cargo de unos focos que nacen del techo, y para un matiz más íntimo recurren a las lineas de luz integradas en las molduras, una apuesta recurrente en esta edición y que procura un toque de luz muy sugerente.
El dormitorio se inunda de blanco, un recurso que compensa la escasez de espacio y le resta importancia. La cama encuentra un cabecero sencillo en una estructura que recorre la pared de lado a lado. Sobre ella, una colección de libros y una lámpara negra que viene a aportar un necesario contraste.
Una alfombra estampada nos inicia en el verdadero color, un anticipo del rojo que se deja sentir en el vestidor. La zona íntima se crea a partir de dos muretes sabiamente instalados: no llegan al techo y se mantienen a una cierta distancia de la pared, dejando que el espacio fluya y evitando la sensación de ahogo.
El vestidor es también zona de acceso al baño, que se realiza a través de las dos puertas centrales paneladas en espejo. Javier Castilla ha querido hacer un guiño, pintando sobre las puertas que se abren al baño las letras WC, en un estilo acorde al papel que cubre la pared contraria. Los tiradores son antiguos y realizados en una sola pieza.
Un gran espejo antiguo ocupa una de las paredes, y remata el conjunto un tocador realizado en papiro, con cajones de frente redondeado al que da servicio una silla roja, color que aparece en pequeñas pinceladas repartido por todo el espacio.
A lo largo de toda la suite, encontramos una serie de ventanas y miradores, que dejan entrar gran cantidad de luz. Esta pared actúa como corredor y nexo común. Uno de estos miradores se ha aprovechado como zona de descanso, con una colchoneta tapizada en lino y terciopelo.
Nos costó salir de aquí, derrochamos tiempo contemplando las fabulosas y costosas obras de arte que pueblan el espacio. Ha sido un placer volver a pasear por La Suite de Javier Castilla, aunque haya sido desde el recuerdo.
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