Cuando uno piensa en un velero o un yate se imagina, además de -los mareos- la brisa del mar meciendo tus cabellos y las olas salpicándote la cara, una habitaciones pequeñas y compactas, como si de una caravana surcando los océanos se tratara. De hecho eso es lo normal, salvo que te sobre el dinero a espuertas y decidas vivir en el yate más caro del mundo.
A pesar de que no es de los más grandes y "solo" tiene 30 metros de eslora (mi casa no tiene eso de largo, y eso que es todo pasillo), en su interior aloja habitaciones tan amplias que cuesta creer que estemos en un yate.
Por fuera, obviamente, es de todo menos discreto, pues su casco está chapado en oro, un material que junto con la plata y, atención, los huesos de dinosaurio y las rocas de meteorito, forman parte de esta extravagante embarcación.
En las imágenes, que juraría que al menos algunas están renderizadas por ordenador, se puede apreciar la amplitud y grandiosidad de las salas y camarotes, aunque la decoración es un tanto convencional, al menos el dormitorio, con esas maderas oscuras combinadas con negro y las lineas tan poco atrevidas de los diseños.
Tampoco se puede apreciar ninguno de los lujos que hacen de este yate el más caro del mundo, ni rastro del oro y la plata, o los huesos de dinosaurios, aunque sí se ve el uso de la piedra en los cabezales y en otras paredes. Tal vez sean piezas que contengan fósiles, que todo podría ser.
En cualquier caso, un dormitorio que solo cabe destacar porque es sorprendentemente grande para estar en un yate relativamente pequeño, pero poco más. Mi estancia preferida es, sin duda, el comedor.
Viendo la foto os podéis imaginar lo agradable que debe de ser comer en la cubierta del yate con todas las vistas que ofrece pero a la vez resguardados del viento o, peor aún, de alguna ola indeseada que pudiera amargar la velada aguando la creación del chef que seguro tienen en la cocina (lástima que de eso no haya imágenes)
De nuevo la decoración es más discreta y convencional de lo esperado. Aunque los materiales son nobles todos ellos, no hay excesivo atrevimiento en el diseño, sino más bien todo lo contrario.
Como no podía ser de otra manera, el yate, diseñado por Stuart Hughes y de nombre History Supreme --nada ostentoso-- también tiene zonas para relajarse en la cubierta y disfrutar de una copita del licor de diamantes que guarda en el bar.
Se estima que el precio del barquito ronda los --redoble de tambor, por favor-- tres mil quinientos millones de euros, y que en total se han colocado más de cien mil kilogramos de piedras preciosas entre oro, plata, platino... Vamos, que si al empresario que lo ha comprado, supuestamente el millonario Malayo Robert Kuok, algún día le van mal las cosas, siempre puede llevarlo a una tienda de esas de Compro Oro y sacarse un buen dinero.
En fin, espero que me perdonéis esta pequeña dosis de frivolidad con el yate más caro del mundo, pero es que me ha parecido tal despropósito que no me ha quedado más remedio que compartirlo con vosotros. Si es que donde esté el barco de Chanquete...
Vía | Luxury Launches En Decoesfera | Puertas abiertas: la casa más cara
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