Este es el edificio más surrealista de España: por su azotea pasa una carretera de dos carriles

El edificio fue construido en los años 60 y surgió de la necesidad de compatibilizar el uso residencial con dar acceso a una zona de costa inaccesible

Edificio con carretera en la azotea
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El mundo de la arquitectura y el urbanismo en nuestro país no deja de sorprendernos. Glorietas imposibles, construcciones horribles junto a edificios históricos, esculturas que son auténticos churros... Lo que quizás no habías visto nunca si no has ido a Tenerife es un edificio que tiene en su azotea una carretera.

Sí, lo que lees. El edificio Los Ficus fue construido en los años 60 en la localidad tinerfeña de Taraconte, y es un curioso ejemplo de cómo se aprovecha la orografía del terreno para construir un edificios de viviendas, sobre cuyo tejado, se construye una carretera que desciende hacia la costa, en la zona de Mesa de Mar.

Un edificio con el tejado en diagonal para asentar la carretera

El edificio tiene 60 viviendas, y su construcción se debió a la necesidad de aprovechar al máximo el espacio en una zona montañosa donde el terreno era limitado y era complicado construir.

Para solventar el problema, a mediados de la década de los 60 se pensó que era una buena idea elevar la carretera por encima del edificio, para que fue descendiendo lentamente hacia la costa. Para poder lograrlo, el edificio cuenta con un tejado en diagonal, en lugar de horizontal, para asentar sobre él la carretera.

Edificio con carretera

El edificio fue un proyecto del constructor Arcadio Pérez Dorta, que contó con la colaboración del promotor Raymon Wilfart y el arquitecto Carmelo Rodríguez. Gracias a ellos, surgió la construcción de un complejo turístico en una franja costera angosta que era inaccesible y estaba deshabitada en aquellos momentos.

Evidentemente, y teniendo una carretera sobre sus cabezas, el calor en las viviendas, el ruido y las molestias están a la orden del día para los vecinos que viven en este curioso inmueble. O al menos, para los que viven en las plantas superiores. Cada vez que pasa una guagua, las vibraciones y los golpes se dejan sentir sobre sus cabezas.

En cambio, los vecinos que viven en las primeras plantas del edificio aseguran que no sufren esas molestias. En su interior, las viviendas de la última planta tienen el techo inclinado como si fuera una buhardilla, para adaptarse a la rampa que sostiene la carretera.

Fotografías | X de Francisco Gómez de Tejada, Informativos Telecinco

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