Esta vivienda toma el nombre de la gran extensión o parcela situada junto a la playa de Migjorn, en la costa sur de la isla de Formentera. Bosc d’en Pep Ferrer es el nombre de este impresionante proyecto que se integra a la perfección en el paisaje agreste de la isla, y lo hace mirando al mar.
La casa diseñada por y para el arquitecto Marià Castelló, para servir de residencia a su familia, se ha construido respetando al máximo el medio ambiente y el entorno en el que se ubica.
La vivienda está formada un conjunto de tres módulos ligeros separados entre sí que generan una sucesión de vacío-lleno, de patios y de pasarelas de conexión que crean un todo.
En este conjunto apareció por sorpresa durante la ejecución de las obras un espacio esculpido por el tiempo; una cueva natural en el patio de acceso principal que se integró al conjunto.
Para la construcción de la vivienda han usado criterios de bioconstrucción
Estos criterios consisten en primar los materiales de origen natural y si era posible del propio lugar: roca esculpida, grava de machaqueo de la propia excavación, piedra caliza capri, madera de pino y de abeto, paneles de algodón reciclado, mármol blanco macael, pintura al silicato de alta permeabilidad, etc.
De hecho, las propia roca ha servido de muros constructivos en la planta baja.
La consecuencia de usar materiales de la isla es que los cerramientos son permeables al vapor del agua y permiten un ambiente interior más agradable y sano, a la vez que necesita de menos aportes energéticos para un correcto funcionamiento.
La propuesta también incorpora sistemas bioclimáticos pasivos de probada eficacia en este clima así como la autosuficiencia de agua, gracias a un aljibe de gran volumen que reaprovecha el agua de lluvia.
EL INTERIOR
Cada uno de los módulos responde a un programa de necesidades. El central es en el que se hace la vida común, (salón, cocina...)
El interior de cada módulo sigue el lenguaje natural y minimalista del exterior y algunos techos y la mayor parte de las paredes están revestidas con paneles de madera contra-laminada que cumple con varias funciones: servir de estructura, cerramiento y acabado.
Durante la ejecución del proyecto se ha tenido especial cuidado con las uniones entre los distintos materiales nobles. Los lineas verticales cobran un protagonismo inusual gracias a las líneas generados por los panelados y por las varillas metálicas de 12 mm de diámetro, que se han usado como barandilla en las escaleras.
Estás varillas inspiraron al arquitecto para la creación de la colección D12 para Diabla.
El resultado es el de espacios cálidos gracias a la madera en los que un estudiado minimalismo permite las vistas trasversales al espectacular paisaje.
El proyecto es el resultado de un equilibrio de fuerzas. Resulta a la vez pesado y ligero; arraigado en la tierra pero lleno de aire gracias a los espacios vacios. Un proyecto en el que lo artesanal y lo tecnológico van de la mano.
Un proyecto diseñado al detalle respetando la roca, que aflora superficialmente en el lugar elegido. El espacio se ha esculpido como si de una escultura se tratase, ofreciendo un vacío que recuerda a las canteras de piedra o ‘marès’ de la zona.
Proyecto del Estudio de arquitectura de Marià Castelló Martínez. Fotografía de Marià Castelló Martínez