Tras un tiempo de espera, volvemos a visitar la casa de Ruediger para entrar de lleno en la zona más íntima de la vivienda. Se trata del salón principal y el dormitorio contiguo, un gran espacio en el que predominan los tonos blancos y en el que el protagonista absoluto es el techo, espectacular, decorado con una rica pintura con rojos y pan de oro. Los sofás blancos inmaculados se cierran en torno a la chimenea restaurada.
Esta está coronada por un espejo enmarcado por una moldura antigua de madera tallada, y situada entre dos vanos que dan acceso a una galería de la que hablaremos más adelante. Frente a la zona de reunión, encontramos un piano alemán con una antigüedad de más de 130 años, también restaurado.
Tras este gran salón, resguardado por una cortina encontramos el dormitorio principal, forrado en seda y con un cabezal de piel de búfalo. Este pequeño espacio íntimo también disfruta de un techo de ensueño, con colores algo más suaves que el del salón anejo. Las sedosas paredes se muestran desnudas de ornato, detalle que acentúa el ambiente de relax.
La galería está situada a un costado del salón, tras la chimenea, y aparece como una zona más informal, plena de la luz que entra por el gran ventanal, y con una mesa en el centro con sobre de cristal y pie de hierro. Unos grandes cortinones en tono rojizo están prestos a procurar intimidad y oscuridad cuando sea necesario.
Unas escaleras llevan al altillo, una zona de 30 metros cuadrados que antiguamente se dedicaba al servicio doméstico y en la actualidad aloja un dormitorio y un baño. Mientras subimos podemos ver un trampantojo en la pared, hecho por un pintor italiano. Este paseo anuncia la zona de fantasía que encontraremos arriba.
Ya en el dormitorio, vemos la cama con un dosel tapizado en seda, el baño con las paredes forradas con papel pintado de motivos clásicos y el techo pintado con pan de oro, que como dice su propietario, convierten el espacio en un recoveco sacado de Alicia en el País de las Maravillas. En el lavabo hay una pequeña colección de juguetes y piezas antiguas, que terminan de aportar un aire de otro tiempo.
En el vídeo que encontraremos al final de este post, podemos ver el vestidor, tapizado en tejido estampado de cebra y con los armarios panelados en espejo. Este espacio se ganó a la cocina, la cual a pesar de ello es espaciosa y cómoda, con gran cantidad de armarios y una buena zona de trabajo. Toda teñida de blanco, acoge una zona para comer a diario con una mesa de cristal con un curioso pie metálico.
En Decoesfera | Enséñanos tu casa: la casa de Ruediger (I)
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