María Lancha
EditorEn tiempos de inflación y facturas que no dejan de crecer, mantener una familia numerosa es casi un arte o incluso un talento. En este contexto, Celia y José lo saben bien. Padres de ocho hijos, la pareja ha aprendido a convertir la planificación, la austeridad y la creatividad en su mejor herramienta para vivir con orden, armonía y hasta con pequeños ahorros a final de mes.
Durante una conversación con ABC, la pareja compartió cómo han logrado equilibrar las cuentas familiares sin renunciar a una vida hogareña cómoda, bonita y funcional. Su filosofía es clara y parte de la idea de que la felicidad también se construye desde la organización.
El hogar como empresa
Anna Stathaki
“Las familias son como las empresas”, afirma Celia con convicción. Su primera norma para mantener el orden económico pasa por elaborar un presupuesto anual en el que figuren todos los ingresos y gastos previstos, desde las compras del supermercado hasta los seguros o el mantenimiento del coche.
El mes de agosto es su momento para hacer balance y preparar el nuevo curso: con tiempo, calma y previsión. Así, cuando llega septiembre, cada euro tiene su destino, y los imprevistos pesan menos. “Planificar nos da paz mental y nos evita discusiones”, confiesa José.
Esa organización se refleja también en la decoración del hogar, donde cada espacio cumple una función concreta, evitando el desorden y fomentando la practicidad. De este modo, consiguen un comedor donde todos caben, dormitorios compartidos bien distribuidos y zonas comunes donde reina la sencillez.
Cocina con sentido: el arte de “tupperizar”
Anna Stathaki
Si hay un rincón del hogar que refleja su estilo de vida, ese es la cocina. Para Celia, no se trata solo de cocinar, sino de “tupperizar”, es decir, aprovechar cada gramo de comida y transformarlo en nuevos platos, evitando el desperdicio.
Su método es tan simple como efectivo: un menú semanal planificado que se repite cíclicamente. Los lunes, espaguetis a la boloñesa y ensalada; los martes, pechuga en salsa de soja y pizza casera. “Aquí no se tira nada”, dice Celia, mientras explica cómo de un simple guiso puede salir un revuelto o una empanada al día siguiente.
La nevera, siempre con lo justo. “Una nevera llena da más hambre”, asegura entre risas. Por eso prefieren compras pequeñas, frecuentes y estratégicas, a menudo en horarios donde los supermercados aplican descuentos en productos próximos a caducar. Y cuando hay que elegir aceite, lo tienen claro, girasol antes que oliva, porque el ahorro también se cocina.
Calor humano frente a calefacción
Joan Grillamat
Con ocho niños en casa, las facturas de energía pueden dispararse. Pero en la familia de Celia y José, la eficiencia energética es una norma de vida. Analizan tarifas, comparan precios y revisan su consumo cada temporada. Su lema es tan contundente como realista: “Mejor sudadera que calefacción: nada de estar en manga corta en el salón de casa en invierno.”
En su hogar, todos lo tienen interiorizado. Las luces se apagan al salir de cada habitación, los electrodomésticos no permanecen en modo espera y las zonas más cálidas se concentran en torno a la convivencia familiar.
El resultado es un hogar acogedor, con un ambiente que invita a quedarse, donde el calor no depende solo de la calefacción, sino del cariño y la presencia compartida.
Movimiento inteligente: aprovechar los recursos
Anna Stathaki
El cuarto pilar de su sistema de ahorro tiene que ver con el transporte. Con diez miembros en la familia, moverse no es tarea fácil. Por eso, aprovechan todos los descuentos posible, desde los abonos para familias numerosas hasta los billetes reducidos para jóvenes.
Pero, siempre que pueden, optan por ir andando. “La gasolina está por las nubes, y caminar nos mantiene activos”, comenta Celia. En su día a día, los trayectos se convierten en momentos de charla, risas y conexión familiar.
Un hogar donde la calidez va más allá del termostato
El hogar de Celia y José no destaca por el lujo ni por los excesos, sino por su coherencia, sentido común y armonía visual. Su casa es funcional, luminosa y llena de vida: paredes claras, muebles duraderos, detalles naturales y una cocina que huele siempre a algo hecho con cariño.
Imagen de portada | Joan Grillamat
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