Abordar la reforma de un piso antiguo nunca es fácil —que me lo digan a mi— pero si se hace con delicadeza como en este precioso apartamento de un edificio histórico de Tel Aviv, los resultados pueden ser realmente espectaculares, y totalmente dignos de nuestra sección casas que inspiran.
Hay que reconocer que Pitsou Kedem, el arquitecto a cargo del proyecto, tenía la difícil tarea de transformar en espacio habitable un viejo apartamento ubicado en un edificio con varios siglos de antigüedad. Contaba a su favor con la belleza de los arcos, las bóvedas y la piedra natural, así como unas preciosas vistas del Mar Mediterráneo; en contra, que era necesario recuperar el espacio tras muchos años de diversos usos y añadidos que habían deteriorado el original.
La idea del proyecto era combinar lo antiguo con lo nuevo, manteniendo las cualidades de ambos y creando nuevos espacios que los uniera y los intensificara, gracias a la tensión que produce el contraste entre dos estilos tan diferentes y tan separados en el tiempo.
Lo histórico se expresa a través de la preservación de las texturas y los materiales, mientras que la modernidad aparece en la reinterpretación de los espacios y los usos, optando por una planta libre y fluida, con materiales inequívocamente modernos, como el acero, el vidrio y el hormigón.
Los cien metros cuadrados de los que dispone el apartamento se distribuyen en un gran salón-comedor-cocina, que ocupa todo el ancho de la vivienda, un baño y un dormitorio. En un extremo del espacio principal, frente a un precioso balcón con vistas al Mediterráneo, encontramos la zona de salón, magníficamente presidida por un gran arco apuntado que es el que da acceso al balcón.
En la parte más oscura de este espacio, entre un mar de columnas que organiza el espacio, encontramos la cocina, discretamente apoyada contra uno de los muros, y también la zona de comedor, en la que destaca una sencilla mesa de madera blanca rodeada por las siempre elegantes sillas del matrimonio Eames, en su versión de rejilla (Eames Wired Chair).
A la zona más privada, que contiene el baño y la habitación, accedemos tras pasar por una puerta corredera blanca situada bajo un arco de medio punto. Un estrecho pasillo nos conduce hasta la habitación, aunque lo primero que vemos de ella es una ducha transparente situada en medio del espacio, como fondo de perspectiva del pasillo.
Una vez en la habitación, nos damos cuenta de que se trata de una representación bastante fidedigna de lo que siempre se ha descrito como el paraíso. Tres grandes ventanales llenan de luz la estancia al mismo tiempo que nos proporcionan una visión embelesadora del mar que no me cansaría de mirar. Por si fuera poco, se puede acceder a una delicada terraza en la que una etérea barandilla de cristal es lo único que nos separa de fundirnos con el paisaje.
La elección de unos materiales y unos colores neutros, como el hormigón, la madera y los textiles blancos, ayudan a poner en relieve lo verdaderamente importante de esta habitación: las magníficas vistas. Las ventanas en negro ayudan a enmarcar en paisaje, al tiempo que delimitan visualmente el espacio, creando un poco de intimidad en una estancia que sería excesivamente abierta y poco acogedora de lo contrario.
No quiero ni saber lo que debe de costar un apartamento en semejante ubicación, ni voy a entrar a valorar que de cien metros cuadrados hay quien saca más de una habitación, porque me quiero quedar con la belleza de las imágenes de este precioso apartamento en un edificio histórico de Tel Aviv, de lo bien integrado que está lo antiguo y lo moderno y, como no, con esa visión del Mediterráneo.
Más información | Pitsou Kedem Architect
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