Cuando en nuestro país decimos que una casa es un invernadero lo hacemos de forma despectiva, como indicando que entra demasiado sol y se calienta mucho en verano. Pero claro, lo que para este clima es una locura, para otro puede ser la solución, o al menos así lo interpretó Yo Shimado, de Tato Architects, para construir esta casa como una serie de pequeños invernaderos.
La vivienda en cuestión está situada en Yamasaki, una región de Japón en la que el 90% del tiempo el cielo está completamente encapotado. Las granjas del lugar recurren a los invernadores para aprovechar al máximo la poca luz que llega, y en ellas se inspiró el arquitecto para diseñar esta casa tan poco convencional.
El programa es el habitual: tres dormitorios, salón, comedor, cocina, un baño y un aseo, solo que en esta ocasión se ha decidido distribuir de una manera un tanto peculiar, ya que aunque la mayor parte de las estancias se encuentran en la planta baja, semienterrada para conservar el calor, otras se ubican en las pequeñas cabañas invernadero que emergen.
A pesar de estar semienterrada, la planta de acceso es un lugar muy luminoso, gracias no solo a las abundantes ventanas, sino a la luz cenital y difusa que proporcionan los invernaderos, que actúan a modo de grandes lucernarios gracias a estar construidos con láminas de policarbonato, un material translúcido.
En esta planta encontramos un gran salón, una zona de comedor y la cocina, todo en un único espacio continuo y quebrado, que permite reconocer cada zona y crear cierta independencia pero sin romper la fluidez. También hay dos dormitorios, un pequeño aseo y un armario.
En el piso de arriba se encuentra el baño principal, una pequeña zona de trabajo y otra habitación, además de una gran terraza descubierta a la que se puede acceder desde cualquiera de estas estancias. La terraza es bastante agradable, como una pequeña plaza con bancos en la que sentarse a leer y disfrutar de algún rayo de sol que se cuele entre las nubes.
Hasta aquí todo muy interesante, aunque la innovadora propuesta del arquitecto tiene alguna pequeña pega. El mayor problema es que al haber tres cabañas independientes en el piso superior, son necesarias tres escaleras para subir --si no habría que pasar por exterior-- por lo que se hipoteca mucho espacio de circulación en ambas plantas.
Para minimizar este pequeño inconveniente, se ha optado por escaleras muy inclinadas, hasta el punto de que dos de las tres (las que suben al despacho y a la otra habitación) son escaleras de mano, mientras que la que nos lleva al gran baño del piso superior, aunque más cómoda, sigue pareciendo tremendamente vertical.
Es cierto que el baño situado en uno de los invernaderos resulta magnífico; mucha luz, sitio para una zona independiente de lavabos, ducha, bañera y hasta lo que parece una sauna, pero resulta un poco extraño tener que subir un piso para ducharse o lavarse la cara, por no mencionar que es más extraño si cabe que el inodoro y el resto del baño estén en plantas diferentes, ya que fijándome en los planos, no parece haber uno en el baño principal.
Sin embargo, a pesar de que la funcionalidad no es la piedra angular de esta vivienda, me parece que se ha conseguido un espacio magnífico espacio en el que vivir, acogedor y luminoso, algo que dada la ubicación me parece muy loable, pues ya se ve en las imágenes que el sol brilla por su ausencia.
Tal vez no todo el mundo estaría dispuesto a vivir en una casa invernadero, como quien tampoco viviría en una con grandes ventanales, pero creo sinceramente que el arquitecto ha resuelto de forma ingeniosa todos los retos que le planteaba la ubicación, el programa y los deseos del cliente.
Vía | Minimalissimo Más información | Tato Architects En Decoesfera | Preciosa cabaña a partir de un contenedor
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