Las casas a la orilla del mar tienen un encanto especial. El sentarte a mirar relajadamente la línea del horizonte en la que se juntan cielo y mar, mientras disfrutas de un buen libro y de una copa de vino blanco junto a un pequeño aperitivo es uno de los más grandes placeres que puede proporcionarnos esta vida. Y si además, lo haces en una casa diseñada por Ramon Esteve, como es el caso de Casa Sardinera, ¿qué más se puede pedir?
Este fantástico edificio está ubicado en un lugar de ensueño, en la cima de una ladera de bosque mediterráneo y sobre una cala de tranquilas aguas turquesas en Javea. Casa Sardinera se alza entre terrazas que imitan los sistemas de cultivo que antaño se situaban en las colinas que terminaban en el mar, plagadas de pinos, cítricos y plantas aromáticas para integrar la casa en el entorno, aprovechando al máximo las increíbles vistas panorámicas que ofrece este lugar.
Por el exterior, la casa muestra dos caras. Por un lado, la fachada que da a la calle, es más hermética para proteger el interior del sol y salvaguardar la intimidad de los habitantes de Casa Sardinera, gracias a un sistema de láminas de madera de accoya blanqueadas orientables y motorizadas, totalmente mimetizadas con las paredes de hormigón.
En cambio, la fachada que da hacia el Mediterráneo es completamente transparente para disfrutar de las vistas e integrar el paisaje en el interior de la vivienda mediante grandes paños de vidrio que juegan de forma caprichosa entre los planos verticales de hormigón.
En su interior, la planta baja acoge las estancias preparadas para disfrutar del día. Articuladas en torno a los muros de hormigón blanco, destacan sobre todo el uso del blanco para dar mayor luminosidad en paredes, o el suelo de microcemento, o el salón, en el que hay una esquina de vidrio de seis metros de altura que permite disfrutar de una fantásticas vistas sobre el Mediterráneo.
Para comunicar la planta baja con la planta primera, se ha planteado una solución ligera y práctica, con una escalera diseñada como si fuera un elemento escultural, compuesta por unos peldaños de vidrio traslúcido que dejan ver el mar.
En la planta primera, los dormitorios se reparten en cada uno de los volúmenes, con atractivas esquinas de vidrio para introducir el paisaje en el interior de la casa, siguiendo el estilo decorativo en blanco y tonos neutros imperante en el resto de la vivienda.
Otro de los aspectos más llamativos de esta casa es la presencia de dos piscinas ubicadas a distintos niveles. Una de ellas, la piscina interior, está situada en la planta basamento, mientras que la otra está situada en el jardín. Lo original es que ambas piscinas quedan conectadas visualmente mediante una ventana longitudinal visible desde la piscina al aire libre. Sin duda, una casa de ensueño para olvidarse de todo y ver la vida pasar...
Más información | Ramon Esteve
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