Este truco les va a gustar a los más techies de nuestra audiencia, y consiste en usar un proyector enchufado a un ordenador para pintar las paredes de una casa. Una condición indispensable es que tiene que ser una imagen a buena resolución (preferiblemente a pantalla concreta, y si está vectorizada en programas como Freehand, mejor que mejor). Ajustad el proyector al tamaño de imagen que más os interese, ya sea pequeño o que abarque toda la pared.
Repasad los bordes del dibujo en lápiz para tener una guía a la hora de pintar y rellenadlos sin saliros de los límites, como cuando erais pequeños. Dad tantas capas como sean necesarias para que el resultado final sea satisfactorio.
Lo elaborado del dibujo depende de la pericia del dibujante. Yo preferiría hacer sólo siluetas, pero es que soy un poco negada con el tema gráfico, aunque seguro que vosotros encontráis algún motivo con más dificultad y lo hacéis sin problema. Derivado de este tema, tenéis que preguntaros cuántas pinturas distintas vais a usar, ya que si es una silueta bastará un color, pero si queréis pintar algo más complejo (el límite digamos que es La Capilla Sixtina), tendréis que adquirir las pinturas en una tienda especializada preguntando cuál es la que mejor se fija a vuestra pared.
¿Veis qué sencillo? Aquellos que aún estéis indecisos, podéis comprar un bote extra de pintura del tono de la pared y aprovechar para practicar un “capa sobre capa” hasta que desaparezca.
Imágenes vía | Apartment Therapy
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