Si nos tuviéramos que quedar con un producto estrella en la rutina de limpieza diaria, yo diría el jabón lavaplatos, vale para todo. Pero si lo que queremos es un químico que arrasa en (casi) todos los lugares del hogar, es el bicarbonato de sodio. Este compuesto alcalino que neutraliza los ácidos, elimina olores y disuelve residuos orgánicos.
Sin embargo, un regreso a lo natural está ganando terreno en los hogares: fórmulas sencillas, económicas y sostenibles que igualan —e incluso superan— los resultados de los químicos tradicionales. Entre estas combinaciones, una destaca por su eficacia y sencillez: la mezcla de sal y bicarbonato de sodio en el inodoro.
El poder de dos ingredientes comunes
La sal, presente en prácticamente todas las cocinas, es un potente agente desinfectante y desodorizante natural. Su textura ligeramente abrasiva ayuda a remover depósitos de sarro y manchas sin dañar la porcelana. Por su parte, el bicarbonato de sodio actúa como limpiador suave y neutralizador de olores, además de potenciar la acción de la sal al reaccionar con la humedad del ambiente o con el vinagre, si se añade como complemento.
Al combinarse, el bicarbonato limpia y desodoriza mientras la sal pule suavemente la superficie, logrando una limpieza más profunda sin rayar la porcelana.
Cómo aplicarla correctamente
El procedimiento es simple y no requiere más de unos minutos. Primero, vierte media taza de bicarbonato de sodio directamente en el inodoro y añade un cuarto de taza de sal gruesa. Una vez en el fondo, deja actuar la mezcla durante al menos 30 minutos (idealmente toda la noche, si el baño no se usa durante ese tiempo) y al día siguiente, frota con la escobilla y tira de la cadena.
El resultado es un inodoro libre de manchas, olores y residuos, sin necesidad de productos agresivos ni fragancias artificiales.
Además de su eficacia, esta mezcla tiene un valor añadido que conquista a quienes buscan un hogar más sostenible. Ambos ingredientes son biodegradables y seguros para las tuberías y el medio ambiente, lo que los convierte en una alternativa ideal frente a los limpiadores que liberan compuestos tóxicos en el agua.
Un gesto pequeño, un impacto grande
Incorporar esta práctica a la rutina semanal de limpieza no solo mejora la apariencia y el aroma del baño, sino que también reduce la dependencia de productos químicos y fomenta un estilo de vida más consciente. En un momento en que el diseño de interiores y la sostenibilidad se entrelazan más que nunca, estos pequeños gestos hacen la diferencia: un baño limpio, fresco y ecológico puede ser tan elegante como funcional.
Fotografías | Bodes Studio
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