Hace unos días respondíamos a la pregunta de cada cuánto tiempo hay que lavar las sábanas y por qué y resultó que el tema despertó mucho interés, la respuesta corta a esa pregunta es que conviene lavar las sábanas una vez a la semana, aunque como todo en la vida hay contextos y matices a tener en cuenta que pueden dar lugar a diferentes respuestas... Así que nos hemos propuesto hacer un análisis similar con respecto a las toallas del cuarto de baño, que están también entre los textiles que en casa más utilizamos.
La escalada del precio de la energía eléctrica nos puede llevar a tener que controlar el número de lavadoras que ponemos cada semana y eso puede traducirse en una disminución de la frecuencia de lavado y con las toallas hay que tener especial cuidado, por eso hoy queremos reflexionar sobre cada cuántos días debemos lavarlas y por qué, pero también sobre qué debemos hacer con las toallas los días que no las lavamos con idea de reutilizarlas.
Es fácil entender que las toallas están, junto con los paños de cocina, entre los textiles más peligrosos de la casa si su higiene no es la adecuada. El baño es un lugar en el que se concentra humedad, donde solemos mantener temperaturas altas y que muchas veces tiene mala ventilación y las toallas son los textiles con los que después de salir de la ducha, en ese baño, secamos nuestro cuerpo... Aunque las toallas tengan buen aspecto y no se vean sucias, en ellas se concentran gérmenes, incluyendo bacterias fecales, que podrían suponer un riesgo para nuestra piel y para nuestra salud en general si no tenemos cuidado.
Dicho así dan ganas de lavar las toallas cada día, pero eso no estaría muy bien desde el punto de vista económico y tampoco desde el ecológico. Se trata de encontrar un equilibrio entre lo higiénico y saludable y lo razonable desde otros puntos de vista y en ese sentido la mayoría de estudios coinciden en establecer como frecuencia adecuada de lavado de toallas de baño de uso individual, una periodicidad de dos veces por semana, es decir, cada tres o cuatro días. Al igual que sucede con las sábanas, si en casa hay personas enfermas, ancianas, con piel sensible, etc. sería conveniente aumentar la frecuencia de lavado y cambiar las toallas día sí, día no, lavándolas por tanto cada dos días, lo mismo sucedería con las toallas compartidas en caso de que las hubiese.
Algo fundamental a tener en cuenta es lo que debemos hacer con las toallas los días que no las lavamos y cambiamos por otras limpias y es que en esos días debemos asegurarnos de que se sequen convenientemente para que la humedad no favorezca el desarrollo de gérmenes en ellas. Lo ideal sería secarlas al aire libre, pero siendo que eso no siempre es posible, otra opción es la de extender las toallas en un toallero para garantizar su secado antes del siguiente uso.
Hay otros detalles que también podemos cuidar, como el de bajar la tapa del inodoro antes de tirar de la cisterna para evitar que las bacterias presentes en él puedan llegar por el aire a nuestras toallas y lavarnos muy bien las manos antes de secárnoslas con las toallas para evitar contaminarlas de forma directa nosotros mismos... Claro que de esto, de lavar las manos, hemos aprendido mucho durante la pandemia pero a veces dentro de casa nos sentimos más seguros y nos descuidamos.
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